El informe técnico revela más daños en el carballo de Santa Margarita

Lars Christian Casares Berg
christian casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Un análisis de la Diputación hecho la semana pasada constata que, además de madera muerta en el tronco, hay una rama también afectada y hongos

15 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desgastado por una edad que puede rondar los cinco siglos, el carballo de Santa Margarita, en Mourente, tiene muestras de fatiga. Los primeros en alarmarse, como suele ocurrir con todos los enfermos, fueron los más allegados. Los vecinos se asustaron el pasado lunes, día 5, al ver que se había desprendido una parte del mismo tronco que aún conserva la huella de oscuros impactos de la represión franquista, y que antes, en el 1846, fue testigo de la reunión del infante Enrique de Borbón con líderes progresistas gallegos para cerrar el levantamiento del 2 de abril. Sobre el mismo que la tradición dice que protege a los enamorados que se sientan junto a él y prometen amor bajo sus ramas. Pero es aquí, en las ramas y no en el tronco, donde están los problemas más graves.

Como en otras ocasiones, una de las ramas principales que brotan del carballo está herida. Descartado que ocurra como en los años sesenta, cuando un camión arrancó una de ellas. Pero sí hay riesgo de que se desprenda parte de una rama, como cuando el quebranto de una de ellas, en 1824, acabó matando a un arriero que pasaba por allí.

Hay madera muerta en la rama principal. «Al simple contacto ya muestra que caerá de forma inminente», dice el informe de la Diputación, fechado el 8 de enero, y que revela más daños de los sospechados inicialmente por los vecinos. Entre ellos, la presencia de «hongos y ramas secundarias con riesgo de caída».

El carballo ha sobrevivido a avatares peores. Por dos veces incendiaron intencionadamente el hueco de su tronco. En una ocasión, como venganza de un atolondrado porque no se celebraban las fiestas de alguno de los primeros años de la década de los sesenta. Ni siquiera uno de los peores huracanes que barrieron la ciudad, el de diciembre de 1886, logró acabar con él. Sí lo ladeó, pero aquel mismo viento huracanado arrasó casas e iglesias. Desde entonces ha vivido cientos de temporales y ciclogénesis. Hoy le espera otra.

Hay, sin embargo, un enemigo pequeño y silencioso que puede resultar igual de dañino. «Será conveniente sanear la zona de avance de los daños por insectos xilófagos». Estos pequeños roen la madera y es en primavera cuando el informe recomienda actuar. También conviene, advierte el texto, «sujetar y estabilizar la estructura». Algo así como un bastón tras una vida de 500 años.