Motivos para una alarma social

Eugenio Giráldez
EUGENIO GIRáLDEZ PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

La comparecencia de los tres facultativos se produjo tras el cuarto fallecimiento por pseudomona.
La comparecencia de los tres facultativos se produjo tras el cuarto fallecimiento por pseudomona. capotillo< / span>

La oleada de fallecimientos en Montecelo por la bacteria pseudomona no se puede despachar con una rueda de prensa infausta apelando a «algo cotidiano en un hospital»

23 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Parecía improbable que se pudiese empeorar aquella primera rueda de prensa de la ministra de Sanidad y su equipo a propósito del positivo de la auxiliar Teresa Romero por ébola. Sin embargo, la comparecencia de los doctores Ortigueira y Vázquez Vizoso el pasado martes en el Complejo Hospitalario de Pontevedra ha logrado superar (para peor) aquella nefasta aparición de Ana Mato.

Con cuatro pacientes muertos por el foco de la bacteria pseudomona que persiste en la residencia Montecelo desde octubre, resulta infumable que los responsables sanitarios comparecientes pretendiesen tranquilizar a la opinión pública afirmando que «el hospital es seguro [?], aunque será difícil dar con el origen de la bacteria. Es más, creo que no lo vamos a encontrar», según llegó a decir Vázquez Vizoso, jefe de servicio de Medicina Preventiva del Complejo Hospitalario de Pontevedra.

La rueda de prensa fue un horror. Un dechado de mensajes imprecisos e inquietantes que lejos de calmar el malestar de los familiares de las víctimas y de cuantos enfermos siguen ingresados en Montecelo, no ha hecho otra cosa que generar enojo y miedo.

A los deudos de los fallecidos no les habrá reconfortado leer que se llegase a decir: «Una situación como esta es muy habitual en cualquier hospital del mundo; en un momento determinado pacientes que están muy enfermos, con las defensas muy bajas, fallecen desgraciadamente».

Más bien les habrá irritado el intento de reducir a «algo cotidiano en la vida de un hospital» semejante oleada de fallecimientos entre enfermos inmunodeprimidos que estaban internados en Montecelo para curarse; no para morirse.

Además, aquella comparecencia del pasado día 18 traslucía que llegó forzada. Se hizo obligada por la noticia que ese mismo día publicaba La Voz de Galicia sobre el cuarto fallecimiento producido por el brote de pseudomona en Montecelo. Los responsables del CHOP pretendieron eludir la confirmación de esa última muerte con una peregrina argumentación: «No es lo mismo un óbito por pseudomona que con pseudomona».

Parecería una discusión de semántica un tanto bizantina sino fuera porque estamos hablando de cuatro pontevedreses que estaban internados en un hospital del Sergas que han fallecido por un clamoroso fallo del sistema público de sanidad.

¿Mensaje de tranquilidad?

También resultó tremendamente desafortunada la intervención del doctor Ortigueira, responsable de Procesos Asistenciales, cuando pretendía trasladar un mensaje de tranquilidad a la población en general así como a pacientes y familiares al decir que «las cifras de mortandad son las estándares». ¿O sea, que en el CHUS, en la Clínica Universitaria de Navarra o en la Quirón de Barcelona se mueren habitualmente cuatro pacientes en menos de un mes por una infección hospitalaria de este perfil? ¿Era eso lo que perseguía decirnos?

Y por cierto ¿dónde se ha metido José Manuel Gónzalez, el director gerente del CHOP? El martes debería haber comparecido. Prefirió quedarse refugiado en tablas. A diferencia de lo que hizo en Madrid con el caso de Teresa Romero su colega y antecesor, Rafael Pérez Santamarina, director general de los hospitales La Paz y Carlos III, quien tampoco es ningún enamorado de los mass media (por cierto muy amigo de Rajoy), pero que al menos salió a dar la cara en plena crisis del ébola.

Gónzalez, el todopoderoso director gerente del CHOP, ha venido dando la sensación, durante años, de ser intocable y mandar tanto o más que la propia conselleira Mosquera en la sanidad gallega. Pese a que arrastra consigo una larga lista de pleitos por discutibles remociones de jefes de servicio y conflictos por diversos reajustes de plantilla y equipamientos, ¿saldrá también intacto de este episodio con cuatro muertes, de momento, sin que el presidente Feijoo se plantee qué diablos está pasando en el complejo hospitalario pontevedrés?

Investigación

Para quien no pasa desapercibido el asunto es para la Fiscalía de Pontevedra. Ante la evidente alarma social que se ha generado, Juan Carlos Aladro, fiscal jefe de la demarcación, informó esta semana de que el ministerio público ha abierto, de oficio, una investigación que se desarrollará con el interrogatorio de diversas personas, entre ellas, profesionales sanitarios relacionados con los casos, y el requerimiento al CHOP de toda clase de documentación.

Si el procedimiento toma cuerpo en unas diligencias y en un posterior sumario, no cabrá descartar que se personen los afectados y, quizás, la Asociación de Defensa del Paciente que ya fue muy activa en procesos judiciales similares. Tanto en Galicia como en el resto del Estado hay precedentes con sentencias condenatorias por casos análogos aunque con un matiz extraordinario: normalmente solo se trataba de un fallecimiento.