El triunfo de las amistades peligrosas

Rosa Estévez
rosa estévez CAMBADOS / LA VOZ

PONTEVEDRA

Solla desplegó todo un abanico de sabores que casaban a la perfección con los albariños.
Solla desplegó todo un abanico de sabores que casaban a la perfección con los albariños. mónica irago< / span>

La enóloga de Martín Códax, Katia Álvarez, y el cocinero Pepe Solla demostraron que siempre hay un albariño perfecto para llevar a la mesa

10 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Si es usted de los que se aferra a aquel viejo principio de que el vino blanco solo hace buena pareja con el pescado, y de que las carnes siempre quieren un tinto, necesita hacerle una puesta a punto a su paladar. Tiene una buena ocasión para ello en Martín Códax, donde ayer se inauguró un ciclo de showcooking con el que se pretende demostrar que hay un albariño para cada cosa.

Ante medio centenar de curiosos amantes de la gastronomía, el chef con estrella Michelín Pepe Solla inauguró la cocina de Martín Códax. Lo hizo preparando seis platos sorprendentes cuyo sabor iba a verse realzado gracias a los vinos elegidos para acompañarlos. Eran maridajes «muy arriesgados». Tan «polémicos y transgresores» como se había anunciado, pero que acabaron conquistando a los asistentes a la cita.

Comenzó el desfile de sabores con un cebiche cremoso de navajas y maíz acompañado por el frescor del vino insignia de la bodega cambadesa, el Martín Códax. La segunda propuesta era, si cabe, más arriesgada: listado con sopa de tomates y aromáticas. La enóloga de la bodega, Katia Álvarez, eligió para acompañar ese festival de sabores y texturas el Lías, un vino «con más cuerpo y aroma». Este sería sustituido por un Organistrum, el único albariño de la bodega que «pasa por madera», que fue el elegido para acompañar un plato de vieira green tallarín cargado de matices «tostados y crujientes».

A estas alturas del menú degustación, hasta los más escépticos empezaban a ver claras las infinitas posibilidades del albariño. Con los primeros tres vinos descorchados se había demostrado, también, que el de las Rías Baixas es mucho más que un vino del año: el tiempo lo mejora, lo matiza, lo hace evolucionar dentro de la botella. Para muestra, el Martín Códax Vindel 2012. Es este un caldo muy especial, elaborado con las uvas, rosadas y cargadas de sabores, que se recogen en las viñas de Agro de Tremoedo. Los matices del vino casaron a la perfección con el punto salado de un pescado con salsa verde de algas. El Martín Códax Gallaecia sirvió para acompañar un sabroso -aunque falso- huevo frito, complementando desde la copa toda la gama de sabores que Pepe Solla había volcado en el plato.

La tarta de Santiago 2014 y un chupito de licor café pusieron el broche de oro al showcooking con el que ayer Martín Códax celebró el día del enoturismo. Pero, ojo, que la cosa no acaba aquí: el próximo fin de semana será Javier Olleros quien se ponga a los fogones para seguir desvelando esas amistades peligrosas, pero genuinas, del buen albariño.

día del enoturismo