La familia de un narco atribuye al ahorro pisos, negocios y coches

Lars Christian Casares Berg
christian casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Antonio Carballa sostuvo ante el tribunal que todos sus ingresos son legales.
Antonio Carballa sostuvo ante el tribunal que todos sus ingresos son legales. capotillo< / span>

La Audiencia juzga a Antonio Carballa, mujer, yerno e hija por blanqueo

10 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Yo no sé si ustedes valoran que yo tengo gallinas, no compro pescado, tengo verduras. Las verduras son de temporada. Siempre hay», dijo ante el tribunal que la juzga por blanqueo de capitales en la Audiencia Provincial María Luisa González. Pero ella, la mujer de un narco condenado, que lleva cuarenta años fregando escaleras en un hospital, es solo una de las protagonistas de esta historia. Está Antonio Carballa Magdalena, el marido; Beatriz Carballa, la hija licenciada en Derecho. Y el marido arquitecto de esta, Daniel Donoso. Luego están los hermanos Prado Padín: Diego y Jonatan.

Se les juzga hasta el jueves. Y todos se sentaron ayer en el banquillo de los acusados por participar, según el fiscal, en un entramado para blanquear el dinero que habría logrado reunir Antonio Carballa, el patriarca, como resultado del tráfico de drogas. Fue condenado por última vez por la Audiencia Nacional en el 2001, pero su primera sentencia se remonta a 1986.

«Ni volví ni volveré, por favor, queremos vivir tranquilos», dijo Antonio Carballa Magdalena cuando el fiscal le preguntó sobre el narcotráfico. En esa vida tranquila, que perfila ante el tribunal, todo se pagó con el sueldo de su mujer, el suyo como empleado de una bodega y su propio trabajo como buzo extractor. Y desde hace algunos años con los ingresos de su hijo, que heredó la ocupación de su padre con el buceo como modo de vida. De ahí que la madre no necesite comprar pescado.

«Unos sesenta mil euros al año, en total», declaró Antonio Carballa como estimación anual de ingresos familiares. Así habrían reunido el dinero para tener varios pisos en Sanxenxo, coches, una plaza de atraque en el puerto de Combarro y una plusvalía del novecientos por cien tras una fugaz inversión en estaciones de servicio. Una operación, esta última, en la que participaron los hermanos Prado Padín.

Pero a la Fiscalía no le salen las cuentas. Cree que, pese a que los bienes figuran a nombre de empresas, de María Luisa González, o de su hija, Beatriz Carballa, y su marido, en realidad todo son bienes del propio Antonio Carballa. Por eso, para los siete acusados se pide un total de 32 años de cárcel y casi veinte millones de euros en multas.

A ahorrar. A eso se han dedicado toda la vida, aseguró Beatriz, la hija licenciada en Derecho. Ella misma contribuyó, según dijo, con sus primeras remuneraciones en efectivo como pasante de un despacho de abogados. Luego se casó con Daniel Donoso, el arquitecto.

Juntos compraron una parcela en Toledo, donde edificaron la casa que él diseñó y en la que residen, pese a estar intervenida. Pero no pidieron el dinero al banco. Se lo prestó «el abuelo».

Lo contó casi entre sollozos Daniel Donoso, que se enfrenta a cuatro años por blanqueo. El dinero, para la parcela, primero, y para edificar la vivienda después, se lo habría prestado el abuelo, otro gran ahorrador, según explicó Beatriz. Su marido, Daniel, asegura que solo supo que su mujer era hija de un narco condenado cuando saltó la operación por blanqueo en el 2011 y fue llamado a declarar en Cambados. Ayer solicitó, agarrándose el vientre, ir al baño tras comparecer.