Lores admite que el plan Monte Vivo necesita «unha voltiña»

Serxio Barral Álvarez
Serxio Barral PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El alcalde cree que habrá que apostar por «proxectos máis selectivos»

22 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

En el verano del 2006, Galicia ardió por los cuatro costados y Pontevedra no fue una excepción, ya que el 40 % de la superficie total del municipio y el 70 % de la arbolada se vio afectada por los incendios forestales. Aquella desgracia fue el germen del plan Monte Vivo, un programa ideado e impulsado desde el Concello para recuperar la superficie forestal, prevenir incendios, evitar errores que se habían dado en el pasado en forma de monocultivo y descuido de las áreas arboladas, y tratar de buscar una rentabilidad económica y social al monte pontevedrés.

Desde enero del 2008, cuando se aprobaron las primeras subvenciones, se ha impulsado desde el Concello una inversión de algo más de 2,5 millones de euros que ha permitido actuar sobre más de 800 hectáreas. La principal consecuencia ha sido la plantación de cerca de medio millón de árboles en una veintena de proyectos repartidos por once parroquias del rural pontevedrés. Diversos tipos de pino, fresnos, robles, robles americanos, cerezos, avellanos, madroños, alisos, arces, abedules... Una decena de especies ocupan terrenos que hasta hace bien poco estaban cultivados mayoritariamente con eucaliptos.

El plan Monte Vivo también financió tratamientos específicos de mejora y cuidado del monte, permitió habilitar cortafuegos que ocupan una superficie de 3,18 hectáreas, y construir más de 2,5 kilómetros de pistas forestales. Y la inauguración, el verano pasado, del primer parque forestal, en el entorno del Pontillón de Castro.

Ahora, según indicó ayer el alcalde, tal vez ha llegado el momento de «darlle unha voltiña ao Monte Vivo». «Ao mellor hai que ir a proxectos máis selectivos -subrayó Miguel Anxo Fernández Lores-, que garanticen máis rendabilidade das especies que se plantan».

Y es que uno de los principales problemas con los que se ha encontrado el plan es la supervivencia de ese medio millón de árboles plantados. Al tratarse en su mayor parte de brotes, muchos han desaparecido devorados por caballos salvajes y otros animales, otros no han sobrevivido al frío o a la sequía, o simplemente no han arraigado.

La crisis económica también influye decisivamente en ese replanteo de la situación. «Obríganos a ir máis lento do que nos gustaría», admitió ayer el alcalde.

Más garantías de supervivencia

Así las cosas, la idea es apostar por llevar a cabo «plantacións máis pequenas, tal vez de entre dez e quince hectáreas, con especies máis crecidas que tamén son moito máis caras». Con ello se cubriría un doble objetivo. Por un lado, visualizar antes los efectos de las plantaciones -hoy se ven grandes áreas limpias de monte, pero aun falta tiempo para que los árboles nuevos tengan porte-; y, por otro, que la inversión tenga más garantías en el sentido de que es más fácil la supervivencia al tratarse de ejemplares más crecidos. «Ou optamos por recuperar moito terreo eliminando eucalipto, que é o que fixemos ata o de agora; ou apostamos por plantacións máis pequenas pero con máis garantías de saír adiante».

Sumando los proyectos de futuro a lo ya realizado, Lores imagina la Pontevedra de dentro de treinta años «rodeada de soutos e carballeiras, gozando e desfrutando do monte».