«Aquellos que quisieron ir a por mí acabaron imputados»

Elena Larriba García
Elena larriba PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El presidente de AMA explica el crecimiento de la mutua sanitaria y repasa su carrera profesional

18 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Diego Murillo Carrasco (Zalamea de la Serena, Badajoz, 1939) es una de las personas más destacadas e influyentes de la historia reciente de la ciudad. Comprometido fundamentalmente con la sanidad y su profesión de médico especialista en Obstetricia y Ginecología, sobresalió también en la política, como concejal y diputado provincial del PP, y en el mundo del deporte, como presidente del S.D. Teucro. Estuvo en las altas instancias de las principales entidades públicas, como la Caja de Ahorros, el Consello Universitario o el de la CRTVG. Sin embargo, nunca permitió que estas otras actividades menoscabaran su vocación sanitaria, que desarrolló también como fundador y gestor del sanatorio La Merced, como presidente del Colegio Médico, como asesor del Ministerio de Sanidad y, desde 1996, como presidente de AMA, la mutua de los profesionales sanitarios que convirtió en líder del sector.

-¿Que diferencia a AMA de otras aseguradoras? ¿Cómo ha sido su crecimiento?

-AMA solo se dedica al sector sanitario. En 1986 se separó de Previsión Sanitaria Nacional por un decreto ley que impedía a las entidades que se dedicaban a los seguros de vida ofrecer seguros del automóvil. Yo pertenecía al Consejo de Previsión, que era la que tenía la fuerza, el prestigio y el dinero, y lo cómodo hubiera sido quedarme, pero el entonces presidente del Colegio Médico de Toledo, que era gallego y confiaba mucho en mí, me pidió que me fuera con él a AMA.

-Y empezaron el camino ascendente en solitario.

-Empezamos casi de cero. Cogimos un piso en la calle Villanueva de Madrid con ocho empleados y hoy AMA se ha convertido en una empresa de cerca de 600.000 mutualistas, que mueve 200 millones de euros al año, tiene 600 empleados y un patrimonio de casi cien edificios. El último es el de Parque Cristalia, nuestra sede central, que nos costó 72 millones. En seguros de responsabilidad civil de los sanitarios (médicos, farmacéuticos y veterinarios, ATS), somos líderes con mucha diferencia.

-Su gestión en AMA es supervalorada por el colectivo al que representa. Pero también pasó un momento delicado entre 2008-2010 cuando fue cuestionado por la Dirección General de Seguros. ¿Cómo hizo frente a lo que usted mismo definió como «un acoso infundado»?

-Lo afronte con entereza, con fuerza, con ganas, porque mi honradez y mi honestidad y mi trabajo estaba a la vista de todos. Mi dedicación a AMA me costó dinero, esfuerzo y salud. Y pretender machacarme por unas dietas absurdas de 600 euros cuando estábamos haciendo un edificio de 72 millones... Fue un tema político y fueron a por mí. AMA empezó a crecer demasiado, cerraba sus ejercicios con unos beneficios de 20 millones de euros y yo empecé a devolver dinero a los accionistas. Eso sentó muy mal en el sector ¿Qué pasa aquí?, se preguntaban: ??Los demás tenemos dificultades y AMA se dedica a devolver dinero; y eso lo hace un tío de Pontevedra que viene dos días de la semana a Madrid??. Aquello no les encajaba y me consta que hubo presiones de otras aseguradoras al órgano regulador.

-Usted quiso que se dirimiera en los tribunales.

-No era un problema de una sanción económica o una inhabilitación. Si yo había cometido alguna irregularidad, lo lógico es que me llevaran a los tribunales o a la fiscalía anticorrupción y que fueran los jueces los que me juzgaran. Pero no se atrevieron porque no había tal irregularidad.

-Y fue usted el que los llevó a ellos al juzgado.

-Denuncié al director general de Seguros por prevaricación y denuncia falsa y el que acabó imputado fue él, no yo. Después me forzaron por todos los lados para que retirara las denuncias y... Bueno, en la vida tampoco hay que ser rencoroso.

-¿Por qué cree que fue un ensañamiento personal y político?

-Yo soy un hombre significado con el Partido Popular. Y si había que entregarle la medalla de oro de AMA a Ana Pastor, se la entregaba. Entonces dolió mucho eso y el éxito de la mutua y su expansión a Portugal. Fue un cúmulo de circunstancias. Creyeron que era fácil cargarme y me mantuvo la fuerza de no tener nada que ocultar, el apoyo de mi familia y del colectivo sanitario. Estuve seis meses inhabilitado por otra metedura de pata de la Dirección General, con la suerte de que los tribunales resolvieron rapidísimo que no cabía tal inhabilitación.

-Por contra, ¿qué etapa de su vida profesional recuerda con más afecto?

-Entré en AMA porque era presidente del Colegio Médico de Pontevedra y esa etapa fue muy bonita porque me permitió defender al colectivo en un momento en el que había muchos médicos en paro.

-¿A cuántos niños habrá ayudado a nacer?

-A miles. Hubo años, cuando Celso Malvar trabajaba conmigo, que hicimos 600 partos. Nos levantábamos noche sí y noche también. Y el año que se inauguró Montecelo atendimos tantos como ellos.

-En 1973 fundó el sanatorio La Merced. ¿Qué supuso en la sanidad privada?

-Lo fundamos Nuño Gallas, Manuel Carballo y yo en un momento de auge de la medicina privada y abrió un camino más. Fue un sanatorio que trabajó muchísimo, el que más, en un momento en que había cinco clínicas privadas en Pontevedra. Fue una etapa de tensión por la competencia que había. Hoy la medicina pública es mucho mejor que antes, el momento económico es difícil y los sanatorios privados perviven por los conciertos con los organismos oficiales.

-¿Le costó vender la Merced a los Domínguez?

-Lloré. Los socios iniciales eramos tres, pero yo lo parí, lo amamanté y lo gestioné. Claro que me dolió venderlo.

-La sanidad pública también pasa por un momento delicado ¿Cree inevitable el copago?

-No estoy de acuerdo con el copago en determinadas capas. Por ejemplo, un jubilado que ha cotizado toda su vida. Ahora bien, en gente con medios económicos altos, puede tener que aplicarse. Lo que hay que hacer es una medicina más sensata y racional. Una de las cosas que encarece la sanidad pública es la medicina defensiva que exige hacer pruebas muy caras aunque se trate de un simple dolor de cabeza, porque si no, los médicos estarían todos los días en el juzgado. Las denuncias son continuas y gracias a Dios las condenas, muy pocas. En mi opinión, cuando son injustificadas tendrían que ser penalizadas.