La primogénita del Rey proyecta un centro de vela adaptada
09 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.«No lo conocía». Sus padres y su hermana sí, pero la infanta Elena reconoció que no había estado nunca en la villa turística de Sanxenxo. Hasta ayer. La primogénita del Rey hizo una visita sorpresa «de trabajo» a las instalaciones del Club Náutico que preside Pedro Campos, donde la Fundación Mapfre, para la que trabaja, puede abrir el próximo año un centro de vela adaptada para personas con discapacidad, especialmente intelectual.
Fernando Garrido, el director del Instituto de Acción Social de la fundación, destacó que la infanta es quien dirige personalmente el proyecto. «Esta es la segunda reunión que tenemos -apuntó- y de momento poco más podemos avanzar. Contamos con la experiencia de Pedro Campos para toda la puesta en marcha del centro y esperamos tenerlo cerrado para en enero del 2012 comenzar las actividades». Recalcó lo privado de la visita y subrayó que cuando se firme el convenio, se hará una presentación pública.
«¡Qué maravilla!»
Doña Elena llegó a las instalaciones del club pasadas las 10 de la mañana y, tras mantener una reunión primero en la sede del Náutico, donde al parecer exclamó un «¡Qué maravilla!» al ver las vistas de la ría desde la terraza, recorrió después el entorno del puerto junto a Pedro Campos. Se subió a los dos galeones del club, Sanxenxo y Silma, y saludó a los sorprendidos marineros que se encontró durante el paseo, para el que ayer no acompañó precisamente el tiempo. También conoció la praza do Mar y enfiló el final del puerto hasta el Hotel Rotilio. Antes había realizado un recorrido en coche por Sanxenxo, «que le encantó».
Después, participó en una comida con representantes de las instituciones de la comarca a las que presentaron el proyecto. En el mismo Náutico compartió mesa con la alcaldesa de Sanxenxo, Catalina González; el presidente de la Diputación, Rafael Louzán; el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete. y el presidente de Portos de Galicia, José Juan Durán. Pulpo, calamares de la ría y pescado a la plancha fue el menú que degustaron en un ambiente distendido y, en medio de la conversación, la infanta también quedó impactada al conocer la capacidad hotelera y la dimensión que Sanxenxo alcanza en verano.
Antes de marcharse firmó en el Libro de Honor del Náutico. «Se ha sentido muy cómoda -señalaron fuentes del club- y quedó impresionada de las instalaciones. No se imaginaba que en un pueblo pequeño entre comillas hubiese semejante infraestructura».