Gran concierto de Música en Compostela

Leopoldo Centeno

PONTEVEDRA

09 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El pasado día 5 se celebró en el Museo de la 52ª edición del tradicional concierto «a la luz de los candelabros», dependiente del denominado curso de Música en Compostela, iniciado en 1958. Fue una iniciativa propuesta por el celebérrimo guitarrista Andrés Segovia, secundada por el diplomático José Miguel Ruiz Morales y apoyada por una pléyade de músicos españoles, para dar a conocer la música culta de nuestro país, dirigida a estudiantes y estudiosos de todo el mundo.

La presente edición se inició con la soprano Ohiane González de Viñaspre, acompañada al piano por Julio Alexis Muñoz. Ofrecieron Aureana do Sil y Pastoral, dos canciones de Mompou sobre textos de Ramón Cabanillas y Juan Ramón Jiménez; seguidas de Cuatro madrigales amatorios, de texto anónimo, musicados por Joaquín Rodrigo de bellísima factura y Me llaman la primorosa de la zarzuela El barbero de Sevilla, de M. Nieto y G. Giménez. Ohiane González mostró una voz potente, buen fraseo, donaire y profesionalidad, estando muy bien acompañada por Julio Alexis al piano. Le siguió la actuación de la violinista norteamericana Mili Fernández, acompañada por el pianista Juan Manuel Consuegra. Presentaron tres obras compuestas por Manuel Quiroga: Alborada», La Jota y Rondalla, páginas de difícil ejecución por ser escritas por un virtuoso del violín, de las cuales, Mili salió airosa de las dobles y triples cuerdas, de los armónicos y demás complicaciones técnicas. El acompañamiento a buen nivel.

Brillante porvenir

El guitarrista Samuel Diz Sierpes (natural de Tui-Pontevedra y de 25 años) interpretó tres piezas correspondientes a la Suite Compostelana para guitarra, de Federico Mompou, compuesta en 1962 y dedicada a Andrés Segovia. Sus títulos: Preludio, muy en la línea de J. S. Bach; Canción en el personal estilo del compositor observado en su serie de Canciones y Danzas, para piano, enmarcada en una inusitada sencillez y Muiñeira, una danza gallega original que al ser interpretada a la guitarra entraña un sinfín de dificultades, sobre todo en cuanto a la velocidad, complicándose esta con la diversidad de modulaciones armónicas, en la que casi todos los guitarristas «patinan», teniendo que moderar la velocidad para no incurrir en errores o pifias, algo que no ocurrió con la interpretación de Samuel Diz. ¡Sorprendente! A la vista de los nutridos aplausos, el joven guitarrista ofreció una interesante propina titulada Labas, de Oswaldo Oro. El tudense, Samuel Diz, nos ha parecido un músico e intérprete muy formado, muy cuajado, con un amplio e interesante currículo, a quien el catedrático de guitarra del Curso, José Luis Rodrigo, al finalizar la actuación le felicitaba llamándole: «Maestro». Le auguramos un brillante provenir.

Cerraron el concierto los alumnos de la Clase de Polifonía dirigidos por su profesora, Carmen Cruz, los cuales han desarrollado un selecto programa de polifonía de los siglos XVI y XIX, descollando Negra sombra, de Juan Montes, cuya interpretación podríamos calificar de sobresaliente cum laude. Aparte de las obras programadas, el interpretó como introito la Cantiga de Santa María titulada Todo logar mui ben pode ser deffendudo con una bellísima armonización del burgalés Antonio José Martínez (1902-1936) y al final, como propina, la obra Adjuva nos, de Matías Ruiz (1670-1708). Esta formación polifónica nos ha sorprendido por su cuerpo sonoro y volumen. Nunca hemos visto al coro (siempre de efímera formación) tan cohesionado, equilibrado en sus voces y cuerdas y con tanta expresiva musicalidad, plena de matices. En conjunto, resultó un gratificante concierto «a la luz de los candelabros».