El calvario de un campeón... humano

xabi otero PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Javi Gómez Noya sufrió más por la decepción de fallar ante su público, que por el dolor estomacal

27 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«He tenido un dolor muy fuerte. Tuve que parar, y me iba a retirar. Iván vino por detrás, y me dijo que siguiera, que empezara a correr tranquilo, porque tenía que acabar. Y lo debía hacer por este público», manifestó por megafonía Noya nada más cruzar la línea de meta, y tras pedir disculpas por su actuación.

Sin tomar aliento, continuó con su amargo discurso: «Lo siento mucho, gracias por venir a animar y espero que, de todas formas, disfrutarais de un buen espectáculo con el resto de los triatletas».

Así acabó el calvario de un campeón que, contra lo que algunos aficionados pensaban, demostró ser muy humano... Y en todos los sentidos. No necesitaba meterse aún más a los pontevedreses en el bolsillo, porque ya es todo un ídolo en la ciudad, pero con sus sentidas palabras volvió a llegar a los corazones de sus incondicionales.

Tanto es así que a más de uno se le saltaron las lágrimas mientras participaba en la cerrada ovación que se le tributó desde la grada antes, durante y después de su locución.

La decepción de la natación

La ilusión que existía entre el público en los instantes previos al lanzamiento de los participantes al agua se tornó en preocupación al comprobar que los nadadores iban saliendo del agua sin que apareciera Javi Gómez Noya. Alistair Brownlee lo hizo en cuarta posición con un tiempo de 17m50s, y su hermano Jonathan en sexta, dos segundos después. Acto seguido apareció Dmitry Polianski, otro favorito, pero al de Ferrol no se le divisaba.

Al fin, su cabeza emergió por las escaleras de salida a la carrera. Era decimonoveno en una posta que domina a la perfección. Nadie entendía qué había pasado. El campeón del mundo lo explicó después. El juego sucio del británico Harry Wiltshire lo había retrasado 16 preciosos segundos (18m06s), y los aficionados, que desconocían las razones de su mala actuación, comenzaron a pensar que la tarde llevaba camino de acabar de forma bien diferente a lo que esperaban de antemano. Su cara, desencajada, tampoco invitaba al optimismo.

Noya tuvo que realizar un gran esfuerzo en la bicicleta para enlazar con el grupo de cabeza, cuando lo habitual es que los triatletas aprovechen esa modalidad para recuperar energías, y eso pudo pasarle factura después. Eso sí, no es menos cierto que Alister Brownlee pinchó y sufrió un desgaste superior, junto a su hermano, y tuvieron la fortaleza para hacerse con los dos puestos de honor, tras arrasar en la carrera a pie.

Las esperanzas retornaron al verle en quinta posición por las calles de Pontevedra. Sin embargo, los signos de derrota se hicieron patentes en el primer paso por meta. Gómez Noya se agarraba la zona abdominal y ladeaba la cabeza en señal de desaprobación. Su rostro era la viva imagen del sufrimiento, y quedaba un mundo por delante.

El CGTD enmudeció

Un par de minutos después la megafonía anunciaba que se había parado, y el CGTD enmudeció. La ayuda de Iván Raña, el apoyo incondicional del público y su pundonor le hicieron conseguir el pequeño triunfo de alcanzar la meta para recibir una gran ovación de su público.

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