Finaliza la «utrópica» mezcla del arte

Hugo Amoedo redac.pontevedra@lavoz.es PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

12 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hoy pone punto y final Utrópicos, la bienal de arte comisariada por Santiago Olmo que ha remezclado una relación entre el trabajo de innovadores artistas de Centroamérica y Caribe con los quehaceres de creadores contemporáneos gallegos y españoles en los diferentes edificios del Museo de Pontevedra. Organizada en diferentes compartimentos, ha destacado la búsqueda de la fricción entre diferentes formas de expresión plástica, la expresión de la unión entre el Caribe y esta patria de emigrantes y el reflejo del contraste y la evolución del pasado precolonial, lo criollo, y el nuevo arte globalizado. Esta concentración, ha contado con tres sedes, en Pontevedra, Vigo y Vilagarcía de Arousa, donde diferentes creadores han intervenido el espacio público

Con el fin de verificar artísticamente la unión de «ida y vuelta» entre Galicia y Centroamérica, con los avatares emigrantes, la búsqueda del futuro de los gallegos en el Nuevo Continente durante el siglo XX, y de su contrapartida americana, se expusieron obras de los más celebrados emigrantes gallegos, entre ellos Castelao, con muestras de sus dibujos de negros o la labor realizada por Rafael Dieste en las misiones pedagógicas que se llevaron a cabo allí, similares a las de la Segunda República. Este fue un tema al que se le prestó gran atención.

El peso de la historia, mostrado en los objetos de piedra y metal que se muestran en el edificio principal del Museo, obtuvo su contrapunto con la disposición, en el mismo lugar, de representaciones del imaginario de la cultura popular actual, instigada por la televisión y los valores de la publicidad norteamericana.

La confluencia de lugares en un centro, el de el edificio seis del Museo provincial, fue la razón del diálogo, del que se extraen algunos participantes del mismo. A sus afueras, la costarricense Priscilla Monge, en su instalación Si nadie habla, entonces las piedras hablarán, mostraba su preocupación ante la imposibilidad comunicativa. Y ya en el interior cohabitaban Baltazar Torres o Jorge Perianes con el Acorazado de Limber Vilorio. Un automóvil, recubierto de más de 200.000 casquillos de balas, representación de la violencia masculina, siempre rancia, pero de especial crudeza en América Latina, y cuyo elemento guarda especial relación con dos de sus baluartes: el automóvil y las armas de fuego.

Muy interesantes las propuestas de Regina Galindo. Ella se convierte en referente de sus obras, forma parte de estas, y con su cámara registra la reacción del espectador que acude a la sala en donde ella es el objeto. Sus creaciones Punto Ciego o Rompiendo el Hielo es buena muestras de ello.