Los matrimonios bajan del medio millar por primera vez en dos décadas

Jacobo Canosa PONTEVEDRA/LA VOZ.

PONTEVEDRA

Las bodas religiosas se reducen un 35% mientras las uniones civiles aumentan un 44%

29 ago 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay que echar la vista muy atrás, a principios de los años noventa, para ver un cifra anual de matrimonios en Ponteveda que descienda de los 500. Y es que tras años de repuntes y posteriormente leves caídas las uniones tanto civiles como católicas han alcanzado un mínimo histórico para la ciudad. Un escaso total de 474 matrimonios se celebraron en el 2009 en la ciudad del Lérez. En términos porcentuales los matrimonios han caído un 14% con respecto al año anterior. En 2008 un total de 552 bodas tuvieron lugar en iglesias, juzgados u oficiadas por ediles o el propio alcalde.

Dinámica parecida llevan los divorcios. Estos se situaron el año pasado en 326, 25 más que en 2008, pero todavía en cifras muy alejadas de los 447 que acaecieron en 2006. En definitiva, las tendencias a la baja en ambos casos evidencian un cambio en las relaciones sociales que lejos de disiparse se instala entre la población en general, de la que al pontevedresa es reflejo local.

La crisis como factor

Margarita Rey, abogada matrimomnialista, valora estos datos con prudencia. En concreto, las cifras de descenso de divorcios y matrimonios le pillan a contrapié, «realmente no he notado un descenso en la actividad, pero algunos compañeros sí que se han quejado», comenta la experta.

En cuanto a las causas de la caída sostiene que «la crisis puede ser un factor importante», la coyuntura económica que tanto afecta a todo y todos parece no eludir incluso las bodas y divorcios. No obstante, Rey afirma que los precios de un divorcio son «bastante razonables», y que en general, «oscilan entre los 1.800 si no hay acuerdo y los 1.200 en el caso de que la separación sea acordada».

La abogada comenta que cuando una pareja se separa los jueces «nunca optan por la custodia compartida, sino por las visitas programadas». «Es normal», asegura Rey, que haya habido «un cambio en las relaciones sociales» y que ahora la gente opte más «por matrimonios civiles y en algunos casos tener hijos incluso sin oficializar su relación».

Estos cambios se dejan notar también por franjas de edades. En Galicia, cuando los dos cónyuges están entre los 20 y los 29 años la cifra se ha reducido a la mitad en los últimos años, pasando de los 5.837 en 1998 a los 2.659 de 2008. No obstante, lo que antes ocurría en la franja de edad de los 20 ha pasado ahora ha pasado a formar parte de los treintañeros. De este modo, los matrimonios entre personas en la treintena se han duplicado en la década pasada llegando al número de 3.581 en 2008. Tres mil quinientas almas que ahora eligen casarse mucho más tarde y, por tanto, tener hijos más cerca de la cuarentena o como en numerosos casos, ni siquiera tenerlos.

Reticencia ante el altar

Ante las reticencia cada vez más acentuada de los jovenes gallegos y pontevedreses a contraer matrimonio, una importante suma de mujeres prefieren tener vástagos sin estar casadas.

Según el Instituto Galego de Estadística (IGE) esta cifra se ha triplicado en la última década, superando holgadamente los tres mil nacimientos en el 2008 cuando diez años antes, en 1998, los retoños nacidos en esta situación no llegaban ni siquiera a los mil.

Los cambios de tendencia no solo abarcan las franjas de edades o el estado civil de la madre, sino que entran a la raíz misma de la manera de casarse en la actualidad. De los datos tomados del IGE se desprende una disminución mayúscula de las uniones religiosas. Éstas todavía son más numerosas que las civiles pero, en diez años, la diferencia entre los dos tipos de nupcias a disminuido de cerca de 6.500 en 1998 a los 1.135 de diez años después.

Esta obvia reducción se resume en términos porcentuales de con una correlación clara: las uniones católicas han bajado en un 35% mientras que las civiles, por el contrario, han aumentado en un 44%.