Los aficionados deben desgañitarse desde las gradas porque en juego está la supervivencia del club

La Voz

PONTEVEDRA

10 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las señas de identidad que logrado implantar y mantener Pillo en el Teucro durante los últimos años han sido fundamentales para que el evidente desencuentro entre la afición y el equipo, que se convirtió en divorcio con mayúsculas tras la nefasta primera temporada en el pozo de la División de Honor B, pasase en apenas unos meses a una dulce reconciliación que ahora mismo nada ni nadie parece tener poder para romper.

De hecho, los aficionados han sido fundamentales para ayudar a sacar adelante encuentros que parecían poco menos que perdidos de antemano como el del Valladolid de la pasada temporada y el del Cai en este ejercicio y eso volverá a ser uno de los ases mágicos de los locales mañana por la noche, aunque las fuerzas estén equilibradas en la grada.

Cada garganta local tendrá que doblar a su doble viguesa porque en juego estará ni más ni menos que la continuidad de Pontevedra en la liga de balonmano más potente del mundo y la supervivencia de uno de los dos clubes más emblemáticos de la ciudad.

Asobal o Primera Nacional

Una cosa va de la mano de la otra porque el retorno al infierno de la División de Honor B sería un camino sin retorno para el Teucro porque la misión de reflotar económicamente a la entidad se convertiría en misión imposible para la gestora.

Cancelar la deuda con Hacienda sería una quimera porque la entidad tendría prácticamente los mismos gastos que en Asobal y los ingresos se reducirían de forma alarmante. Así las cosas, el endeudamiento no pararía de crecer y la desaparición sería la única solución posible. La otra solución pasaría por renunciar a División de Honor B para jugar en Primera Nacional. Por tanto, mañana más que nunca habrá que gritar con fuerza «¡Teucro!, ¡Teucro!» para dar un paso de gigante hacia la salvación.