Portela: «El mirador de Santa María es un lugar privilegiado para contemplar el casco viejo»

PONTEVEDRA

29 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Desde el próximo jueves, los pontevedreses tendrán a su alcance un nuevo y espectacular tomavistas de la ciudad y, más concretamente, del centro histórico. Ese día se abrirá al público por primera vez la zona del campanario de la basílica de Santa María, donde se ha habilitado un mirador y un museo con dos salas, que albergarán muchos de los tesoros que posee el templo.

El arquitecto pontevedrés César Portela ha sido el encargado de llevar a cabo esta rehabilitación, financiada por la Fundación Caixa Galicia y que incluyó también el realce de los cien peldaños de escalera de caracol que conducen hasta la zona del campanario y que se han dotado ahora de un pasamanos «con cuidado para que no se deteriorara la imagen de esa escalera», así como de nueva iluminación.

Aunque destaca que el proyecto no presentó excesivas complicaciones, sí fue una intervención delicada, «porque había que ir matizando muy bien los detalles». «Realmente -apunta- era una zona poco conocida porque no estaba abierta al público. Se ha intervenido en la torre que asciende desde la planta baja, desde la nave de entrada, hasta el coro donde está el órgano. Y en las dependencias que había debajo de la torre, que no se utilizaban para nada, ahora se les ha dado este uso de museo parroquial. De paso se arregló la escalera de acceso y el campanario. Toda la zona de desembarco a este elemento estaba muy deteriorada porque no se había arreglado desde hace muchos años».

Las tres salas

Después de subir la escalera, se accederá al recinto museístico, compuesto por tres salas. La primera contiene ornamentos litúrgicos antiguos, libros de valor documental y alguna imagen, mientras que en la segunda, el visitante podrá contemplar objetos de orfebrería no destinados directamente al culto. Finalmente, la última sala es el espacio abierto para poder observar la parte monumental de la ciudad y la ría; el mirador de la torre.

En estas salas museísticas se ha aplicado el color «en algunos sitios donde se consideraba oportuno, pero siempre manteniendo la presencia de la piedra». «Un poco quisimos seguir el mismo tratamiento de las bóvedas del interior de la basílica, que ha permitido darle al templo ese aspecto más luminoso y alegre que el que tenía -indica Portela-. Se pintó parte de las paredes y parte del techo, allí donde creíamos que resaltando un poco lo que era de piedra y lo que estaba tallado o labrado en piedra, enfatizando aquellos aspectos que no eran solo constructivos, sino que también eran elementos decorativos».

En las salas del museo, los objetos se han dispuesto en mobiliario de vitrinas, acondicionadas para exponer este material. Pero sin duda la mayor sorpresa será el mirador, que Portela considera «un lugar privilegiado para contemplar una parte importante del casco viejo, creo que puede ser un lugar muy interesante para Pontevedra».

«No es un gran museo -matiza el arquitecto-, por decirlo de alguna manera. No estamos hablando de un edificio destinado a museo, pero creo que se le sacó partido a unos elementos que antes estaban sin tratamiento. Y el contenedor es un lugar espectacular; subir por esa escalera tan bonita hasta el campanario y encontrarte tres niveles de museo».