La gallega atrapada en Beirut dice que estuvo tres días escuchando disparos y explosiones

PONTEVEDRA

17 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Metralletas, fusiles, lanzamisiles, es la imagen que tengo en la cabeza». Así describía ayer Preciosa Bouzas su odisea libanesa a su llegada al aeropuerto de A Coruña. Esta mujer se encontraba de vacaciones en Beirut, la capital del Líbano, cuando el pasado día 7 estalló el conflicto bélico en el país.

Para Preciosa, un soñado descanso de diez días «se convirtió en un mal sueño que había surgido hacía nueve meses en A Coruña». Nació cuando el osteópata Coté, en estos momentos a expensas de un dictamen judicial, le dijo «que tenía un cáncer». Tras una consulta con un oncólogo, «estaba sana». Pero el daño psicológico ya estaba hecho: «Caí en una profunda depresión».

Su hija, apoyada por una amiga que vive en Beirut, le regaló un viaje el día de la madre «para que me olvidase de mi pesadilla», dice. Preciosa voló hacia la capital del Líbano el día 28 de abril. «Pasé diez días inolvidables en el barrio católico de Beirut», dijo. Pero el décimo día, el de regreso, estalló la revuelta. La primera medida fue cerrar el aeropuerto. Preciosa ya no podía coger su vuelo hacia España.

El peligro era evidente. Tanto ella como su familia desde A Coruña contactaron con la embajada: «Pero no me daban ninguna solución», señala. Y así estuvo durante tres días, encerrada en casa de su amiga «escuchando disparos, explosiones...».

Un día, los representantes españoles en el país de Oriente Medio le ofrecieron salir de Beirut «escoltada hasta Damasco, en Siria». Preciosa se negó: «Esa vía es frecuentada por asaltantes que incluso violan a las mujeres». Y continuó buscando alternativas. Embarcó el miércoles en un carguero, junto con 40 personas, con rumbo a Chipre. Doce horas después de pasar por distintos controles militares pudo subir a bordo. Cuando estaban llegando a Chipre, varias patrulleras interceptaron el buque para inspeccionarlo: «Tuvimos que pagar dinero a los policías para poder atracar». El retraso ya le impidió coger el avión que la tenía que llevar a Múnich, a Madrid y a A Coruña». La alternativa era volar horas después, de madrugada, vía Fráncfort.

Pero la salida del túnel se le apareció a Preciosa el pasado jueves. Sus declaraciones telefónicas a un periodista de Radio Voz contando su desesperada situación fueron suficiente para que un turoperador coruñés le buscase una solución, lográndole una conexión que le adelantaba sustancialmente su llegada a España. Y Preciosa no lo dudó. Subió al avión. Rezó para que no le ocurriese nada más. Llegó a Madrid. Se hospedó en casa de una sobrina: «Me duché, bebí mucha agua y dormí dos horas después de diez días de terror».

A las 8.45 horas de ayer el vuelo 0514 de Iberia procedente de Madrid aterrizaba en Alvedro. Su familia la esperaba con una pancarta: «Hace falta más que un Coté y un Hezbolá para a la súper Preci parar». Lloró abrazada a los suyos, sobre todo a su nieto, de cuatro meses. Dijo que si la paz vuelve al Líbano, «volveré. Es un país precioso y su gente es encantadora».