«¡Saen manchas por todos os lados!»

Martiño Suárez PONTEVEDRA

PONTEVEDRA

XOÁN CARLOS GIL

La llegada de las primeras manchas de fuel produjo una jornada de aturdimiento, enfado e informaciones cruzadas y confusas a ambos lados de la ría

03 dic 2002 . Actualizado a las 06:00 h.

La primera mancha llega por la mañana, en silencio, a Ons, al Burato do Inferno. Pero podría haber llegado a cualquier otro lado. Desde la salida del sol, el mar ha empujado violentamente hacia la ría de Pontevedra un sarampión de fuel, más o menos diluido en agua, procedente de las bodegas del Prestige . Con más desesperación que medios y a golpe de un díxome díxome de rumores y confusión, los vecinos se movilizan, seguros de que lo peor llegará por la noche. Los bateeiros de Bueu son tipos duros y madrugadores, que saben lo que se juegan en el envite. Por eso, no pierden ni un segundo de luz: a las siete de la mañana ya han comprobado que entre las islas de Ons y Sálvora, a medio camino entre las rías de Pontevedra y Arousa, hay un buen número de manchas de combustible el mar. Poco más tarde se lo contarán a quien quiera escucharlos en el puerto. A las 9.30 ya hay treinta mejilloneros arousanos en Sálvora, pescando chapapote. La cosa va en serio. La noticia de la famosa mancha de Ons, que algunos aseguran no haber visto pero cuya existencia confirmará por la tarde el conselleiro de Medio Ambiente, Carlos del Álamo -que sigue negándose a hablar de marea negra-, hace estremecerse a O Morrazo. A media mañana, los alcaldes populares de Bueu, Cangas y Moaña convocan una reunión de urgencia en Cangas. Aquí también se ha impuesto la ley del silencio a la que tanto apego parecen tener los políticos en momentos de crisis: a petición de los regidores municipales, los periodistas son expulsados del cónclave. Fragmentos de una materia ocre y oleosa y alguna gaviota petroleada son avistados a la altura del cabo Udra. Microgabinetes de crisis Los microgabinetes de crisis proliferan a medida que avanza una mañana de histeria. Los habrá en O Morrazo, en Sanxenxo o en Pontevedra. En la Diputación, donde se debatían los presupuestos y se decidía, hermosa coincidencia, asfaltar con chapapote varias pistas de la provincia, se reúne un curioso grupo de emergencia. Lo forman el presidente Abeledo, el vicepresidente Pedrosa, antiguo marino mercante, los alcaldes de Cangas y Sanxenxo y el de Ribadumia, que no tiene mar. No le dejan entrar al regidor de Lalín, Xosé Crespo, que ya ha conseguido varias subvenciones para playas. Fluviales, se entiende. Reunidos hasta más allá de la una, deciden poner a disposición de los afectados todo el parque de material de la Diputación, y permitir a Abeledo que pueda disponer de manera urgente de las partidas económicas que sean necesarias. Se marchan después a Meloxo (O Grove), donde estarán, sin comer, hasta más allá de las cinco y media. También la furia de algunos afectados cae sobre ellos: «¡Eses do traxe e do paraugas!», los increpan. A mediodía la confusión ya es máxima. Una asamblea de pescadores decide en Bueu marcharse a combatir el fuel que amenaza Ons y la ría de Arousa. También quieren probar las espumaderas con las que se tendrán que arreglar para sacar el petróleo del agua. Las noticias llegan montadas en lancha o a través del teléfono movil, pero son contradictorias y extrañas. Lo cierto es que nadie precisa dónde están las manchas. Nadie conoce sus dimensiones. Nadie se fía ya de la información oficial. Lo único que se sabe con seguridad es lo que repite una y otra vez el patrón mayor de Bueu, Xosé Manuel Rosas: «¡Saen manchas por todos os lados!». Un bateeiro de Combarro que ha ido a Arousa con los de Bueu vuelve a su puerto y cuenta lo que ha visto: una tormenta de manchas en la bocana de la ría vecina y un pato agonizante en medio de una placa de petróleo parecen razones suficientes como para que a algunos se les acelere el corazón. Agitación en Combarro Alrededor de las tres y media la gente que se apelotona en el muelle de Combarro, alrededor de 500 personas, decide precipitadamente sacar al mar la red que han estado tejiendo durante los últimos días, en previsión de que el fuel del Prestige se acerque a sus costas. Salen barcos a balizar la ría, y el aturdimiento es enorme. A las 16.30 ya hay quien duda de la efectividad de la malla, y quien cuestiona la forma de colocarla. «¡Había que poñer de pesos mortos a Fraga e ó do bigote!», claman algunos. La discusión se prolongará, y la noche caerá sin que la red esté colocada. A la zona llegan bateeiros diciendo que han escuchado que hay una película aceitosa y muy líquida avanzando hacia la playa de Montalvo, frente a la isla de Ons. Aunque el combustible no llega a tierra, los pescadores deciden que no pueden hacer nada. Indignados, se quejan de que no tienen ni ropa ni contenedores para hacer frente a la marea negra. Mientras, funcionarios del Concello de Pontevedra se movilizan para conseguir contenedores. Hacen llamadas a empresas de construcción y echan mano donde pueden. Lograrán reunir 200 recipientes de 1.100 litros, y algunos cajones para cascotes de obra, que se enviarán a Combarro, Portonovo y A Illa de Arousa. A media tarde, el conselleiro Carlos del Álamo convoca apresuradamente a la prensa en Pontevedra. Ahora la cosa sí que va muy en serio. Cuando anochece, marineros de Bueu se encuentran aún en los alrededores de Ons, pescando, por fin, manchas de fuel de cuatro metros cuadrados y dos palmos de espesor. A lo lejos, mar adentro, se divisan varios barcos grandes, absorbiendo con desesperación el grueso del vertido del Prestige . Por la noche alguien informa de que el muelle de la isla esta lleno de fuel, «como en Muxía». Las caras se vuelven grises, pero nadie dice nada. Casi nadie. Alguno se cabrea con sus propios vecinos y espeta: «¡Cona, aquí parece que non pasa nada!». Con información de Marcos Gago, Christian Casares, A. Castroverde, E. Larriba, López Penide y Xoán Carlos Gil.