Figuras del entroido salvadas gracias a los abuelos

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

XUNQUEIRA DE AMBÍA

Los farrumecos saldrán el domingo por las calles de Sobradelo, en Xunqueira de Ambía
Los farrumecos saldrán el domingo por las calles de Sobradelo, en Xunqueira de Ambía Cedida

Sobradelo en Xunqueira de Ambía y A Rúa Vella recuperan sus personajes

26 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

A sus 46 años, Rochi Nóvoa reconoce que no recuerda haber visto un farrumeco por las calles de su aldea natal, aunque sus hermanas mayores sí tienen alguna imagen en la retina del personaje típico del entroido de Sobradelo (en Xunqueira de Ambía). Perdida la tradición desde hace décadas, Nóvoa tenía el runrún en su cabeza, impuesto por la pena de que alguien tan entroideira como ella no pudiera disfrutar del carnaval de su aldea. Y viendo la corriente de recuperación de figuras tradicionales que surgió alrededor del año 2000 y que ha permitido revivir a muchos carnavales que parecían condenados al olvido en Ourense, Nóvoa se decidió a hacer lo propio con el suyo hace cinco años.

Ella, su marido y sus dos hijos fueron los primeros farrumecos que se vieron por las calles de Sobradelo, a los que después se unieron sus hermanas y sus hijos. Ya son diez. Y la idea es seguir creciendo.

«Recuperamos a figura, pero non a vestimenta. Non se vestían así», reconoce Nóvoa. Antaño los farrumecos —únicamente hombres— vestían ropas femeninas por encima de la suya propia «e botaban unha capa ou toquilla». Sobre la cara se colocaban lo que Nóvoa deduce que eran gasas de las que se usaban a modo de pañales o para guardar el queso; y recubrían la cabeza con una pañoleta. Ahora llevan careta de cartón. «Intentamos usar gasa, pero é inviable porque ao respirar métese no nariz ou na boca. E probamos co liño, pero non deixa ver», relata Nóvoa. Así que finalmente la opción elegida fue la careta de cartón con varias capas de pintura blanca para hacerla más dura. Sobre la máscara lucen pañoletas de colores. Visten también una capa de raso en la que cuelgan lazos de vistosas tonalidades.

El farrumeco no baila ni habla. No interactúa con los demás. «Iban polas aldeas e representaban oficios. E se non lles daban nada os veciños, entón facían falcatruadas: marchaban cunha pala, cambiaban un carro de sitio, cousas así», relata Nóvoa. También hacían el «reinado», que consistía en ir de aldea en aldea recitando coplas y porfías. «Daquela si que ían ben vestidos, porque ían á aldea do lado. E incluso levaban colares», relata. Aquella tradición se perdió y de momento no será posible recuperarla. «Sendo dez persoas, non dá para todo», reconoce Nóvoa, que es también la presidenta de la asociación Tangaraño Cultural Sobradelo, que nació con el objetivo de impulsar (y conseguir fondos) para el Tangaraño que se celebra desde hace una década y en el que participan artistas de varias disciplinas; y que también está volcada en la recuperación del entroido. De hecho, acaban de hacer un taller de máscaras al que acudieron incluso personas que no son de la aldea —en Sobradelo residen a diario apenas 18 vecinos, aunque hay población flotante los fines de semana y en vacaciones—.

Los que quieran disfrutar de los farrumecos tienen una cita el domingo a partir de las 16.30 horas por las calles de Sobradelo. No estarán solos. Una charanga se encargará de poner música a la cita entroideira.

 

El fargalleiro de A Rúa lleva un colador como careta
El fargalleiro de A Rúa lleva un colador como careta

El fargalleiro lleva una máscara hecha con un colador de cocina

Hasta el martes tendrán que esperar los fargalleiros de A Rúa de Valdeorras para salir por primera vez este año. Será a partir de las 16.30 horas por las calles de A Rúa Vella, barrio en el que está el origen de la figura del entroido que decidió recuperar la asociación cultural A Ruada. Su presidente, Moncho Díaz, cuenta que fue hace al menos diez años cuando empezaron a investigar sobre el fargalleiro, que él nunca había visto. «Fomos sacando información dos avós e de xente maior, e incluso había algunha foto antiga por aí», relata. Y fue así como supieron que la figura llevaba un colador a modo de careta en la que después se pintaba una cara y al que cosían una pañoleta para cubrir el resto de la cabeza. «Iso é moi fiel ao que había, no traxe xa houbo algún cambio porque agora hai outro tipo de telas», cuenta Díaz. Lleva un pantalón largo, que es un calzón de los de antes, y en el fondo cuelgan lazos y cascabeles; además de una camisa blanca y una capa tipo tuno que se coloca de medio lado. En el hombro que queda al descubierto, porta lazos de colores. Lleva en la mano una vara, que suele ser de caña, con cascabeles o un cencerro.

El fargalleiro era el anunciador del entroido, así que tradicionalmente salía la víspera del xoves de compadres, haciendo mucho ruido para animar a la gente.