Un drogodependiente atemoriza Xinzo

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XINZO DE LIMIA

En 2016, el hombre causó desperfectos y pegó dos tiros con una pistola en un bar de Xinzo
En 2016, el hombre causó desperfectos y pegó dos tiros con una pistola en un bar de Xinzo Santi M. Amil

El hombre amenaza a ediles, funcionarios y hosteleros desde hace meses

14 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Xinzo está asustado. Tiene motivos. Desde hace semanas un individuo tiene en alerta a vecinos, hosteleros y hasta a funcionarios y concejales.

D.S.R. es drogodependiente y cuenta con numerosos antecedentes penales por varios delitos. De etnia gitana, deambula todos los días por la villa, amedrentando a todo aquel que se encuentra a su paso.

El último suceso aconteció el jueves, cuando amenazó a un funcionario público en el propio Ayuntamiento. Llevaba una navaja encima. Los agentes de la Policía Local le retuvieron. Al cabo de poco más de media hora ya estaba en libertad.

El hecho más grave, no obstante, aconteció en abril de 2016 cuando apuntó con una pistola a un hostelero y a quince personas en un local de la estación de autobuses. Tras sembrar el terror en el bar, pegó un par de tiros al letrero del establecimiento. Después de pasar varias semanas en la cárcel, fue juzgado y sentenciado. La pena, que quedó durante dos años en suspenso, fue de año y medio de prisión.

Lo peor, según la ciudadanía, es que nadie parece hacer nada para neutralizarle. Es frecuente verle a cualquier hora del día con una navaja o un cuchillo en la mano, profiriendo amenazas de muerte a gritos por el centro de la localidad.

Con antecedentes

No es un caso aislado. Hace semanas su mujer tuvo que abandonar el domicilio familiar con sus hijos menores por supuestos malos tratos, amenazas y vejaciones. Días atrás, el hombre reiteró sus amenazas a varias personas contra las que tiene orden de alejamiento con frases como «Te voy a matar. Esta vez no fallaré».

No hace mucho, fue detenido por intentar agredir con una navaja a un hostelero dentro de un local del casco viejo. La fiscal no pidió prisión bajo fianza; y todo se solventó con una solicitud, confirmada por la autoridad judicial, de una orden de alejamiento de cincuenta metros hacia el hostelero afectado.

«Es un peligro público. Un enfermo», resume el alcalde, Manuel López Casas. Varios ediles del gobierno local se confiesan impotentes: «No sabemos ya qué se puede hacer con él. Tiene atemorizado a todo el mundo».

El regidor asegura que ya advirtió por escrito a la Fiscalía y a la Subdelegación del Gobierno de los problemas de seguridad pública que ocasiona este individuo. No obstante, pese a las sugerencias de algunos de los concejales de su propio grupo de gobierno, López Casas no ha convocado una junta local de seguridad para abordar este serio problema de orden público a nivel municipal. El nuevo subdelegado del Gobierno, Emilio González Afonso, fue advertido verbalmente hace días por vecinos del temor en la localidad.

Agresión a un agente

El pavor de la ciudadanía creció hace poco más de un mes. El hombre agredió con un cúter a un policía local en la praza Maior, a la vista de numerosos vecinos. La agresión le costó serios hematomas a un funcionario (recibió un cabezazo del individuo) y un corte en el antebrazo a otro agente. Fue apresado inmediatamente. Al cabo de un par de días, tras pasar el fin de semana en el calabozo de la Guardia Civil, quedó de nuevo en libertad.

«Yo no voy a denunciarle para que venga a por mí», dicen los vecinos

El malestar vecinal es mayúsculo tras las reiteradas amenazas y provocaciones. Muy pocos se atreven a formalizar una denuncia contra él, pese a ser muchos los que han padecido sus amenazas en los últimos meses. «Rezamos para que no entre en nuestro negocio. A veces está normal y al cabo de pocos minutos se puede volver superagresivo. Si agrede a un policía y está en la calle al cabo de un par de días, yo no voy a denunciarle para que venga a por mí», asevera el propietario de un bar del centro. Su opinión la comparten otros hosteleros.. La propia familia de D.S.R. está preocupada por su deriva. Sus esfuerzos para ingresarle en un centro de ayuda para drogodependientes se topan con su obstinación.