El museo rural se queda en casa

SINDO MARTÍNEZ XINZO / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

Santi M. Amil

Un artista de 88 años expone en Xinzo de Limia un centenar de tallas de madera

05 dic 2018 . Actualizado a las 19:52 h.

Al arquetípico dicho «A la vejez, viruelas», algunos le cambian radicalmente el sentido y deciden dar un giro inesperado a su existencia cumplidas ya las siete décadas de vida. Es el caso de un agricultor de la aldea de Piñeira Seca, en Xinzo, Samuel Gil Salgado. Nacido en el pueblo que nunca abandonó, se dedicó al cultivo de la patata y el cereal hasta su jubilación hace algo menos de una veintena de años. A partir de ahí, pese a seguir cuidando un pequeño huerto al lado de casa, descubrió una vocación tan tardía como fructífera, la de artesano.

Con un ánimo impropio de sus envidiables 88 años, Gil puede presumir de exhibir ante todo aquel visitante que lo desee uno de los mejores museos domésticos de toda la provincia. La muestra, apilada en el almacén de su vivienda, la componen un centenar de tallas de madera de notable valor artístico. Las hay de todo tipo y tamaño, aunque predominan las recreaciones alusivas a santos locales y animales. Es el resultado de una tarea de poco más de tres lustros.

Una vez abandonado el arado por jubilación, este limiano decidió pasarse al cincel. «Empecei aos 70 anos. Gustoume facer as pezas. Traballo todo tipo de madeira. Collo anacos de castaño, pino ou sanguiño cerca do pobo e vou traballando neles co cincel e a navalla», explica el octogenario antelano.

¿Cómo desarrolló esa eficiencia artística en plena madurez?. Para Samuel es sencillo. «Tiña máis tempo que cando traballaba no campo, aínda que penso que algo me vén polo sangue. O meu pai e o meu avó traballaban ben a madeira -comenta-, De mozo non me dedicaba a isto».

Algunas de sus obras favoritas son un impecable belén con figuras de madera, un búho de más de un metro de altura y una enorme e irónica talla de un San Antón -patrón de los animales- doliente tras ser mordido por un perro. No faltan tampoco toros, toreros y todo tipo de aves.

¿Hasta cuándo continuará su tarea? «Agora xa fago moi poucas cousas. Teño bastantes anos e non e o mesmo que antes», confiesa Samuel. De inmediato, su esposa, presente en la conversación, matiza: «En canto descobre un cañoto con xeito segue facendo pezas».

¿Cuánto vale tan vistoso muestrario de arte rural gallego? El octogenario lo tiene muy claro. «Non vendo nada. Gústame ter as pezas na casa. Hai moitos anos xa me ofreceron 300.000 pesetas (1.800 euros) polas tallas que tiña entón e non as quixen», expone Gil Salgado. Y no cambia de idea. «Polo momento, todo queda aquí», proclama. 

Su labor artesanal tiene una segunda vertiente: las cestas. En su domicilio hay una treintena. «Fágoas con vimbios de carballo cando están verdes. Logo endurecen e aguantan ben, non é preciso darlles verniz ou pintalas. Non se estragan nin podrecen», dice el artesano. El material para confeccionar estos objetos es abundante. Piñeira está a escasos centenares de metros de la ribera del río Limia y de montes donde hay mucha vegetación.

Aperos tradicionales

La colección se completa con una lustrosa colección de aperos de labranza. Presume Samuel Gil de tener unos xugos tradicionales que datan de muchas décadas atrás. Son de una época en los que no existían los modernos tractores y cosechadoras habituales hoy en día en las aldeas de A Limia; del tiempo en el que los animales de tiro ayudaban al labrador a trabajar la tierra.

El improvisado museo de Piñeira Seca ha despertado interés de muchos vecinos y de estudiosos de la antropología y el arte local. «Hai un tempo veu por aquí Manuel Mandianes, o profesor de Loureses (Os Blancos) que saía no Luar. Gustoulle moito a colección», cuenta orgulloso Gil.

De su abuelo. Samuel Gil almacena en su casa antiguas mesas de madera de casi un siglo de antigüedad. Algunas las elaboró su propio abuelo, también campesino. La talla de las piezas de madera confeccionadas por el octogenario le ha supuesto en algunas ocasiones varias semanas de trabajo.