El «triángulo máxico» reina en el entroido ourensano

Rubén Nóvoa Pérez
rubén nóvoa OURENSE / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

Verín, con sus cigarróns, vivió ayer su día grande. Tampoco faltaron las pantallas en Xinzo y los peliqueiros en Laza

18 feb 2015 . Actualizado a las 18:33 h.

El reguero del entroido ourensano se extendió ayer como la pólvora por toda la provincia. El triángulo máxico que conforman Xinzo, Verín y Laza está en plena bacanal festiva. Como cada año, el tiempo se detiene durante los días grandes de la fiesta. El mando pasa a estar en las figuras tradicionales de cada uno de los vértices del carnaval ourensano con mayor tirón. Las pantallas se dejaron ver ayer durante todo el día por las calles de Xinzo. Aún no recuperados de su particular fiebre del sábado noche -es la madrugada en que más fieles rinden culto a la devoción por el disfraz en A Limia- las pantallas compartieron espacio con charangas y disfraces cargados de sentido del humor y, por supuesto, una dosis de mala uva.

En Verín se vivió uno de los días marcados en rojo. A media mañana fue el desfile por las calles de la villa del Támega, donde los cigarróns impusieron su ley. Lo hicieron sabiendo que el relevo está asegurado, ya que el sábado se celebró el tradicional bautizo de los más jóvenes. Hoy será el turno para la Farelada, un mal día para acercarse con la ropa de domingo ya que la harina llegará hasta el último rincón de la villa, donde la fiesta no tiene freno desde que las Comadres prendieron la mecha la noche del pasado jueves.

El tercer eje del triángulo máxico es Laza. Ayer, a la salida de misa, se vivió en A Picota uno de esos momentos cargados de mística. Se dejaron ver por primera vez los peliqueiros. La música de las chocas levantó los ánimos alrededor de la escalinata de la iglesia. Es solo el anticipo de la intensa jornada que se vivirá hoy. Será el momento del entroido más ancestral. No habrá lugar para las concesiones en una jornada intensa donde la población de 1.449 vecinos se multiplica por tres y hasta por cuatro. Todos esperan la bajada de la Morena. Ese momento en que las hormigas rabiosas y los tojos forman un cortejo casi dantesco que se completa con el reparto de la cachucha.

Pero el entroido en Ourense es mucho más. Pocas localidades se quedan sin fiesta. Desde el desfile más urbano de la capital hasta el Domingo Gordo de Viana do Bolo, donde quienes desfilaron fueron los foliones y boteiros.