El hotel Salgado, el gran olvidado en Verín

marcos g. hervella VERÍN

VERÍN

Fachada actual del Gran Hotel Salgado
Fachada actual del Gran Hotel Salgado Agostiño Iglesias

Fue alojamiento de escritores, equipos de fútbol o destacamentos de la Falange en el siglo XX

12 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El maravilloso legado hotelero en el que se ofrecía mucho más que una cama para dormir, pasó con los años en vano por el valle del Támega y poco a poco se fue apagando. Seguro que le acude a la mente más de uno. Los que quedan son vestigios glamurosos, cerrados y enfermos como es el caso del Aurora, del Dos Hermanas o el de Cabreiroá, otros por lo contrario ya desaparecieron como el Dos Naciones. Sin embargo, hay uno que lleva con nosotros todo una vida, paseamos y nos paramos delante de él y no lo acertamos. Un hotel que como el resto de los nombrados fue de los primeros que afloró ante la creciente afluencia de los agüistas, que eran las personas que concurrían a beber las aguas mineromedicinales con fines curativos a base de varias tomas diarias.

Algunos estuvieron dentro de él aún sin saberlo, cuando funcionaba la primera planta del edificio como ambulatorio, otros sin embargo, como los de mi generación aún tenemos en el recuerdo los bajos ocupados por la tienda de ropa Mariño con sus toldos amarillos con gruesas franjas negras. Ubicado en el centro de la villa, haciendo esquina con la que fue la hermosa placita de la Merced, era un edificio de extensa fachada, compuesta de bajo y una sola planta que respondía en sus tiempos al nombre de Gran Hotel Salgado y que actualmente ha sido reformado con más alturas, perdiendo su cometido. Eran tiempos de elegancia, refinamiento, de optimismo, del nacimiento de numerosos periódicos y revistas, donde se empieza a cuestionar el orden de las cosas, tiempo de alfabetización. Era la Belle Époque.

Regentaban por aquel entonces el Gran Hotel, Abelardo Guillermo Salgado y su esposa Isabel Zorzano Serna y fruto de este matrimonio nacieron tres criaturas que los llenarían de felicidad y gozo, pero que pronto se vería fragmentado con el fallecimiento del progenitor. Quedó Isabel viuda muy joven al cargo de tan inminente labor como era la educación de los hijos y la solvencia de un Gran Hotel. Manuel Reigosa Taboada un recién llegado se dispone ocupar la plaza de inspector veterinario del Ayuntamiento de Verín, hospedándose en el hotel, mientras trataba de organizar su nueva vida en la villa. Dice el refrán que dos que se aman pronto se hallan y así fue, Isabel y Manuel no tardaron en casarse y tener dos hijos. Siguió el hotel por respeto a su primer propietario con el mismo nombre: Salgado.

Imagen histórica de la fachada del Gran Hotel Salgado
Imagen histórica de la fachada del Gran Hotel Salgado

No hay dos sin tres y lo que era un camino de rosas pronto se volvió complejo y mustio con la muerte de Isabel un 31 de marzo de 1929 a la edad de 62 años: «El domingo ha entregado su alma a Dios, en esta villa, la virtuosa y bondadosísima dama Dª Isabel Zorzano, de Reigosa. Rápida enfermedad arrebátala del cariño de los suyos, donde en medio de la actividad que siempre la caracterizó para dirigir el Gran Hotel Salgado, supo prodigar constantemente sus ternuras de madre y esposa… dama que durante su vida siempre tuvo rasgo de caridad obsequiando a los reclusos de la prisión de esta villa con suculentas comidas».

En él se celebraron bodas, banquetes, comidas a la americana y en sus salones se organizaban bailes, recitales de piano, tertulias de diferentes ideologías políticas y por la noche hermosas fiestas de Fin de Año y Carnaval. Pero no todo han sido alegrías en la historia de este hotel. Durante la Guerra Civil Española se habilitaron en el comedor de verano los talleres de las Mujeres al servicio de España, que se reunían para coser ropa para los soldados que estaban en el frente, en el fondo la bandera española preside la sala con una efigie del Sagrado Corazón de Jesús y en un lugar preferente, un retrato del generalísimo Franco.

Haciendo un repaso de la documentación que conservo en mi archivo sobre el Gran Hotel Salgado se puede decir que en sus habitaciones han pernoctado gente de toda clase y condición: desde escritores como Valentín Paz Andrade a comerciales o trabajadores del ferrocarril, de Obras Públicas o ayudantes de la Diputación, médicos, jueces, inspectores de frontera, equipos de fútbol, turistas nacionales y extranjeros, etcétera. Algunas habitaciones hablan de personalidades que pasaron por ella y otras callan de lo que sucedió en su interior.

Lo que es significativo más que curioso son los personajes que allí se reunieron justo con el comienzo de la Guerra Civil, desde la Falange de España a la Falange de Vigo y de Verín, Falangistas de Ourense, inspector y capitán de carabineros, fuerza pública, inspector de policía, teniente del tercio, teniente de la guardia civil, teniente coronel, comisión alemana y sobre todo un personaje conocido por su apariencia, manco y tuerto, el glorioso mutilado, fundador de la Legión, el que grito la frase famosa «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!». El General Millán-Astray, con sus escoltas y numeroso acompañamiento.

En el año 1941 falleció Manuel Reigosa Taboada el que fuera Alcalde del Ayuntamiento de Verín y último propietario del Gran Hotel Salgado, donde sus paredes aún hoy cuentan historias del pasado, donde se paseaban mujeres con elegantes vestidos, largos y ceñidos a la cintura, con sus tocados y donde no faltaba la sombrilla; hombres con traje, sombrero y bastón. Sus grecas son un bello recuerdo de épocas esplendorosas y a veces si agudizas la imaginación aún se puede oír el piano de Isabel Zorzano, la propietaria.