La inestabilidad política en la capital inicia un nuevo ciclo

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

SANDIÁS

14 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Alea jacta est», que dijo Julio César al pasar el Rubicón. Hoy, los vecinos de la provincia del interior (a excepción de los de Lobios, pendientes de un contencioso) pueden decir también que «la suerte está echada». Para bien o para mal. El 24M los ourensanos hablaron (bien es verdad que 81.350 optaron por la abstención, 3.484 por el voto nulo y 2.903 por el blanco) y ayer sus representantes nombraron alcaldes merced a mayorías absolutas o a pactos acordados o sin acordar. En todos los concellos sin mayorías se establecieron negociaciones que unas veces fructificaron (A Rúa, Baños de Molgas, Viana, Sandiás?) y otras no (Punxín, Ramirás...). Pero en todos hubo diálogo y búsqueda de alternativas. Escribía Pachi Vázquez esta semana en La Voz: «Siempre el diálogo, el acuerdo, la pluralidad y la búsqueda constante de la convivencia tiene que ser el camino para que encontremos espacio para todos». Comparto el discurso teórico del exjefe del PSOE que no se vio reflejado en sus compañeros de la capital. El mensaje de aislamiento que dejan los socialistas les inhabilita para, en la oposición, reclamar acuerdos y consensos. La inestabilidad de Ourense (ojo, que esta puede desaparecer en los próximos meses por mor de las andanzas de algunos ediles aún socialistas) comenzó un nuevo ciclo (¡cómo si los tres últimos años no fuesen dramático precedente!) merced a la incapacidad de sus políticos para forjar mayorías estables. Nadie se salva de esta carencia de espíritu negociador. Desde el PP, que cree que los 16.345 votos obtenidos le validan para gobernar en solitario una capital de 106.905 vecinos sin percatarse que el 70 % no le apoyó, hasta Democracia Ourensana (desgañitándose por un puesto e incapaz de pensar en clave de ciudad), pasando por el PSOE (cuyos ediles están como Boabdil tras la pérdida de Granada) y por Ourense en Común, un grupo nuevo que, desde su minoría, no hizo ningún gesto, como hicieron otras mareas en otros lugares de Galicia, para impulsar la búsqueda de un ciclo nuevo. El único gesto que se le vio, el de pedir sueldo para sus tres ediles, les retrata más como unos políticos clásicos que como unos innovadores servidores del pueblo. Con los mimbres que salieron de las listas cerradas que votaron los ourensanos el pasado 24M hay que ser muy optimistas para imaginar un Ourense luminoso por mucho talante, bonhomía y mano izquierda que le ponga el nuevo regidor, Jesús Vázquez.

La frase. Llegó de ese lugar hermoso que se llama Rubiá de Valdeorras. La pronunció uno de los 509 ediles del PP en la provincia. El veterano concejal Ignacio Doce, soltó en La Voz: «En vez de ter un representante noso na Deputación, temos aquí un de alí». Se mostraba crítico con el Baltar del siglo XXI que eligió a dedo los diputados provinciales que esos 509 ediles tendrán que votar en unos días. No le arriendo el futuro, aunque le aplaudo su valentía, al edil que se atrevió a pensar en voz alta y a expresar que la democracia es un sistema que se articula de abajo hacia arriba y a pedir que Valdeorras elija libremente a la persona que le interese para defender sus intereses en la Diputación y no a la persona que señaló, por su único deseo e interés, el dedo de Baltar.