El peso del dinero

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

SAN CIBRAO DAS VIÑAS

30 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Resulta casi un alivio que en la sede de los empresarios de San Cibrao das Viñas -el polo industrial más importante de la provincia- hayan puesto sobre la mesa el debate sobre las ayudas públicas. Aunque lógico y necesario no deja de resultar interesante. La última asamblea de la entidad sirvió para hacer balance y constatar que, tras cerrarse el grifo de las subvenciones por la crisis, la asociación ha logrado ser más independiente económicamente. «La vida y sus circunstancias nos han enseñado que debemos esforzarnos por tender a la autofinanciación si queremos tener una organización fuerte», decía el presidente, Elías Mera. ¿Podría ser de otra forma? ¿Debería serlo? Que los empresarios, los que tienen que afrontar el pago de las nóminas cada fin de mes, trasladen a la asociación que les representa el celo que seguro tienen en sus respectivas organizaciones debería ser algo obvio. Pero como no siempre ha sido así la novedad resulta hasta saludable. Otras organizaciones empresariales están, o la menos eso dicen, en el mismo camino, más obligadas por las circunstancias que por el convencimiento que parece existir en San Cibrao (eso sí, no de forma espontánea sino tras el zasca de la realidad económica). Al menos si el máximo responsable de la asociación está siendo sincero: «No podemos jugarnos el futuro a la suerte de las subvenciones. Existen alternativas y debemos explorarlas».

No deja de ser puro sentido común, sobre todo entre personas cuya profesión consiste en cuadrar los números de sus empresas y en producir. Es importante -probablemente también urgente- que ese mensaje cale en la sociedad ourensana para que se cure del síndrome de la subvención que, aunque le haya hecho bien en determinados momentos, también le ha producido algún que otro daño.

Parece lógico que sean los empresarios los que con más ahínco defiendan la rentabilidad de esas asociaciones, confederaciones y federaciones que los representan. Y que se comporten en ellas como lo hacen en sus respectivas casas. Que el dinero les pese igual en ambos bolsillos.