Las tormentas causan daños en las zonas afectadas por el incendio en Rubiá: «O que máis temíamos, pasou»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

RUBIÁ

Arrastraron toneladas de tierra de las zonas que habían sido afectadas por el fuego creando torrentes de barro

03 ago 2022 . Actualizado a las 17:25 h.

El conocido como Caborco de Navallos se convirtió este martes en una seria amenaza para varias localidades del municipio de Rubiá. Tras la descarga de una intensa tormenta, un torrente de barro comenzó a llenar el barranco, arrastrando toneladas de tierra y ramas desde el núcleo de Castelo (donde la descarga de agua y granizo fue más intensa) ladera abajo. Las localidades de Barrio y A Veiga de Cascallá se vieron inundadas por un río de lodo. Estos pueblos están entre los más afectados por el incendio forestal que el pasado mes de julio arrasó con casas y montes, quemando 10.500 hectáreas en la comarca de Valdeorras. Precisamente esa tierra calcinada es la que alimentó el torrente causando desprendimientos en algunos viales y daños en bajos de casas y en vehículos. «Isto é desesperante, primeiro os lumes e agora a treboada. O que máis temíamos pasou», decía el regidor de Rubiá Elías Rodríguez tras ver los destrozos ocasionados en estos tres pueblos. «Da moita pena. Nalgúns sitios hai maís de vinte centímetros de lama» apunta el alcalde que explica que la tormenta estuvo muy localizada y apenas duró media hora. «Na capitalidade municipal non caeu, nin nos enteramos ata que empezaron a avisar do que estaba a ocurrir», matizó.

Durante las últimas horas los esfuerzos se multiplican para intentar limpiar la zona. «Avisamos ós bombeiros e ao GES de Valdeorras, e viñeron a axudar; e tamén pedimos axuda de algunhas empresas que teñen máquinas coas que están botando unha man importante», resume el regidor. A esas palas excavadoras se le colocan una especie de cuchillas (similares a la de los quitanieves) para retirar el lodo. Además, desde el Concello se ha solicitado también el apoyo de la Xunta para intentar agilizar los trabajos. Es esencial dejar libres los cauces y escorrentías por si se repite la situación para evitar que la acumulación del material forestal que ardió en los fuegos, mezclado con la tierra que quedó sin la sujeción del manto vegetal, pueda producir algún accidente más grave si se vuelven las lluvias y, con ellas, los arrastres y desprendimientos.