El único zapatero remendón de Ribadavia

RIBADAVIA

MIGUEL VILLAR

Ángel Gonzalez tiene su puesto en la plaza de Abastos de la capital de O Ribeiro

29 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Los oficios tradicionales, los que se aprenden de generación en generación y forman parte de la cultura de un pueblo, empiezan a desaparecer. Uno de ellos es el de zapatero remendón. En Ribadavia, como en otros muchos concellos ourensanos, ya solo hay uno. El es Ángel González. No aprendió el oficio de su padre o de algún familiar y ni siquiera hace muchos años que se dedica a esto. Ángel vio en este oficio una opción de futuro. Hace ochos años que se instaló en la plaza de Abastos de Ribadavia. «Vin que na vila había só dous e un deles ía a xubilarse. Así que era unha boa opción, habería sitio», relata. Y pensó que la plaza sería el lugar más asequible para alquilar un pequeño local y empezar de cero. Ángel relata que ahora la gente repara más que antes de la pandemia del coronavirus, y cree que lo más difícil fue hacerse conocer entre la gente de la villa. «Noto que a xente agora quere aproveitar máis, que é o que se facía antes. E non só xente maior, teño moitos clientes novos. Sobre todo botas de fútbol e tamén as dos pescadores», dice. Aprendió la profesión de un hombre de O Carballiño que se iba a jubilar. Ángel lo conoció porque antes se dedicaba a distribuir productos para el arreglo del calzado. «Estiven un tempo con el aprendendo, porque de sempre me gustaron as manualidades. Severino tiña un taller en O Carballiño e cando se xubilou vendeume todo o material que tiña e estivo aquí uns días para axudarme a arrancar o negocio», relata. Recuerda que Severino se alegró el día que llegó a su taller para decirle que quería ser zapatero. «Díxome que pasaran varios rapaces pero que ningún tiña interés», añade. Le costo estar ante el público y trabajar para otra gente. Esa responsabilidad de tener en sus manos artículos valiosos para otras personas. «Agora creo que compensou e estou moi contento. Son o único e gustaríame que alguén se animara a aprender, pero hoxe os oficios tradicionais e artesanais parece que non se estilan». Cuenta que le faltan diez años para jubilarse y que espera tener relevo. «Como desapareza de aquí a xente terá que desprazarse a outros lugares para arranxalos. Acabarán tirando os zapatos e mercando outros. A non ser que todo cambie moito, isto desaparecerá», piensa, En su pequeño local de la plaza, Ángel encontró su forma de vida. El hasta hoy único zapatero remendón de la comarca espera poder dejar el relevo.