«Por fuera me veía bien, pero a las cuatro semanas mi mejoría empezó a ralentizarse»

Pablo Varela Varela
P. Varela OURENSE / LA VOZ

RIBADAVIA

Miguel Villar

Antonio Rodríguez, vecino de Ribadavia, se recupera de las secuelas del covid-19 tras ser derivado al área de Neumología del CHUO

09 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Rodríguez, vecino de Ribadavia de 58 años, reposaba este miércoles en la casa de sus padres, en Soutomel (A Bola). Al otro lado del teléfono, su voz aún suena fatigada. Y en realidad, tras haber pasado 44 días en la uci covid-19 del CHUO, su cuerpo aún no ha conseguido meter una quinta marcha a la recuperación. «Estoy tomando el sol e intentando coger tono muscular. Esto lleva su tiempo, porque por fuera me veía bien, pero a las cuatro semanas vi cómo mi mejoría respiratoria comenzaba a ralentizarse», explica.

Dio positivo el 23 de marzo y no recibió el alta hospitalaria el 18 de mayo. Su proceso fue uno de los más largos de entre todos los afectados que pasaron por la unidad de críticos del hospital ourensano. Y tras la evaluación inicial en Medicina Interna, fue derivado a Neumología para seguir de cerca su caso debido a las secuelas sufridas. Este martes, acudió a una consulta para realizar una espirometría y poner a prueba su capacidad pulmonar intentando vencer obstáculos al expirar. «Las analíticas están bien y las radiografías no tanto como me gustaría, pero el caso es que aún me falta bastante», dice.

Por ahora, al realizar esfuerzos continuados, se agota pronto. «En cuanto haces más de la cuenta, te frena el tórax y no sigues porque notas cómo te asfixias», ilustra. Por otro lado, en las últimas semanas asiste a cómo sus articulaciones se entumecen a primera hora de la mañana tras sus horas de descanso. Lo que no tiene claro es si ese dolor es una consecuencia indirecta del virus. «Estamos intentando saber si esa artritis viene derivada de la enfermedad por cómo afecta al cuerpo. Cuando meto el cuerpo en agua fría me encuentro mejor, pero a primera hora me levanto con los codos y dedos de las manos inflamados», cuenta.

Su vuelta al trabajo, lejana

Rodríguez, inspector de Sanidad Pública con oficina en el centro de salud de Ribadavia, aún no se ha podido incorporar a su empleo desde que sufrió la enfermedad. «Y tengo ganas, porque ya ha pasado bastante tiempo y soy el único que hace esta función en la comarca. Me toca evaluar si los establecimientos cumplen las normas de seguridad, limpieza y sanidad. Pero justamente en este momento no puedo hacerlo. Me va a tocar esperar algo más», decía resignado.