Hermanos, porteros y goleadores

RIBADAVIA

Santi M. Amil

Berto y Pablo Pérez Díaz son los porteros del Bande y el Ribeiro, respectivamente. El meta del Bande llegó a anotar 7 goles un año con el Ourense y el del Ribeiro firmó 9 el pasado curso

02 oct 2017 . Actualizado a las 16:37 h.

Eran los niños del abuelo Marcial. Carlos Alberto Pérez Díaz (Ribadavia, 1983) y su hermano Pablo (Ribadavia, 1990) llamaron la atención muy pronto por su habilidad como porteros de fútbol, uniendo poco más tarde un juego de pies que también los hizo temibles en el área rival. El meta del Bande llegó a marcar 7 en la temporada 2008/2009 cuando jugaba en el difunto Ourense y el del Ribeiro hizo 9 el pasado curso.

Berto, el mayor, comenzó a jugar en selecciones ourensanas en alevines y desde el Ribadavia Atlético dio el salto al Pabellón, donde los ojeadores del Celta lo tentaron en varias ocasiones. Sin embargo, la gran promesa ourensana estaba limitada por su residencia en O Ribeiro: «Tanto a mí, como le pasó después a mi hermano, nos limitó el lugar dónde vivíamos. Si no eras bueno o te arriesgabas mucho, no podías jugar más arriba y yo tenía que darle prioridad al tema laboral».

Después de jugar como juvenil en la Liga Nacional, pasó por el Velle y el Celanova en Preferente, a la vez que se especializaba en el ramo de la construcción, como yesista, le llegó otra opción de progresar en los terrenos de juego: «En el Ourense coincidí con mi hermano, pero pasó todo lo que pasó en el club y no tuvimos opciones. Pablo también tuvo que elegir entre el fútbol y el trabajo y de momento le va bien. Sabe estar bajo palos y es bueno en las salidas. Es un portero completo, con muy buenas condiciones para estar en una portería. Siempre intenté apoyarlo en lo que pude y me parece una pena que optara por lo laboral antes que por lo deportivo, porque pudo haber llegado algo más lejos».

Para el menor, no cabe duda de que su gran inspiración fue la de Berto: «Desde pequeñito iba con mi abuelo a ver sus partidos. Fue para mí un referente en esto del fútbol, me fijaba en lo que hacía, para poder aplicarlo a mi manera e intentar superarlo como el buen portero que es».

Su trayectoria fue similar, pasando por el Ribadavia y el Pabellón, antes de llegar al Ourense. Después también coincidieron en el Barbadás, pero volvió a casa para centrarse en su carrera laboral: «Trabajo en el centro de procesamiento avícola de Coren y ahora tengo poco tiempo para entrenarme, algo que saben en el Ribeiro, donde juego cuando puedo acudir con regularidad. De los dos últimos meses, solo he podido ir algo más de quince días». Fue en el club de O Couto, donde comenzó a tirar penaltis en su filial, por orden de Cándido Gómez. Uno y otro se plantean rendir lo mejor posible para defender su portería, pero sus rivales saben de su peligro en ataque.

El Ribeiro - Bande de este curso fue su primer enfrentamiento de carácter oficial

La presente competición de la Preferente Sur enfrentó por primera vez a Berto y a Pablo, puesto que sus equipos coinciden en este torneo. El hermano mayor recuerda que ha sido difícil contemplar en acción al pequeño de la familia: «Excepto cuando coincidimos en el Ourense, fueron muy pocos los partidos que le vi, porque yo jugaba y no podía ir, pero lo conozco bien y siempre confié en sus posibilidades».

En esta campaña ya se cruzaron y aunque Berto no piensa encargarse de los penaltis del Bande, el 0-2 fue obra suya desde los once metros, con Pablo bajo palos: «En nuestro equipo hay bastante gente preparada para tirarlos y es mejor que me centre en la portería, pero Iván me dijo que lo lanzara yo y lo hice como siempre, con tranquilidad». El otro Pérez Díaz sonríe al recordarlo: «Era la primera vez que lo tenía delante en un partido federado, antes solo nos habíamos lanzado penaltis en entrenamientos o para jugarnos alguna cerveza. Nos conocemos bien los dos, pero el que tira tiene ventaja».

El mejor registro de Berto en la Tercera División se va a los siete penaltis marcados y en Preferente incluso anotó algún libre directo. Por su parte, Pablo tocó techo recientemente en la Primera Autonómica: «Fueron nueve marcados y también paré unos seis, pero ahora se apagó la racha, porque me han marcado los dos últimos». También jugó algunos minutos como delantero, aunque «solo para ayudar en el juego aéreo, porque no me había entrenado esa semana y estaba el otro portero».

La saga, en todo caso, continúa. Berto no pierde la ocasión para viajar siempre que puede con su hijo Brais, que con siete años ya es portero del Pabellón benjamín. De momento, no se encarga de los penaltis, pero los genes tiran lo suyo.