O Pino y Eiroás mantuvieron todo el día la tensión a causa de las llamas

La Voz LA VOZ | OURENSE

RIBADAVIA

Los bomberos de la capital vivieron la jornada más intensa de la temporada en exteriores Maside, Amoeiro, Vilamarín y otros puntos de la provincia estuvieron pendientes del fuego

08 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?a virulenta oleada de incendios que arrastra Galicia se dejó sentir ayer de Ourense de forma significativa. O Pino y Eiroás concentraron, en la capital, fuegos que obligaron a trabajar sin descanso a los efectivos de los servicios municipales de extinción. Sin tiempo siquiera para comer. Las llamas lamieron algunas casas y las columnas de humo actuaron como llamadas de atención sobre el efecto y la proximidad de un drama que no se detiene en masas forestales ni medios rurales, sino que alcanza a cualquier espacio donde haya un mínimo de maleza, o cuatro árboles en disposición de arder por efecto de la acción criminal de tantos incendiarios como se están dejando sentir en este seco y duro verano. A la intensidad de los incendios del lunes Taboadela, Maside y Vilamarín se sumaron ayer varios fuegos en el entorno de la ciudad, que se acercaron hasta las Torres de O Pino, donde a mediodía fue precisa una rápida intervención de los bomberos para defender viviendas y propiedades en una zona poblada. No fueron los residentes de esta zona y los usuarios del paseo del Miño los únicos que padecieron los efectos del fuego. La inquietud se instaló también en Eiroás, donde el humo entre las viviendas ha sido la mejor señal, visible desde muchos puntos de la ciudad, sobre el alcance de este incendio. Se vieron situaciones apuradas, pero la eficaz intervención de los bomberos evitó que se produjesen daños en viviendas y propiedades. La jornada se inició con varios incendios activos a las siete de la mañana. A esa hora, Medio Rural constataba siete fuegos, en la parroquia de San Miguel de Osmo, en Cenlle; San Miguel de Vilaseco, en San Cristovo de Cea; Bóveda de Amoeiro, en Amoeiro; Covas y Santa Marta de Moreiras, en Pereiro de Aguiar, junto con otro siniestro en Ribadavia y el de Armeses, en Maside, el más inquietante por la proximidad de viviendas. Vilamarín y Castrelo do Val completaban a primera hora de la mañana el mapa del fuego, del que desaparecía Paderne de Allariz y otro foco de Pereiro de Aguiar. La evolución a lo largo del día, lejos de ir a menos, fue a peor. Las alertas se reprodujeron en distintos puntos y las llamas camparon con soltura por toda la provincia, mientras los servicios forestales duplicaban esfuerzos para hacer frente a ellos. La movilización es total, siendo muy significativo la participación vecinal en las labores de extinción, igual en Codesás, de Melón, como en Rouzós, donde el repicar de campanas recordó a los más viejos del lugar la eficacia de un sistema que ha cedido su papel a la telefonía móvil. En el caso de la capital, los efectivos permanecieron de forma casi ininterrumpida desde mediodía hasta las nueve y media de la noche, entre los dos focos, que entre las dos y las tres quedaron controlados, pero se reprodujeron. En medios del servicio de bomberos se estima que en uno y otro punto quedaba controlado el fuego, por lo que la reproducción es consecuencia de la intervención de alguna persona.