Quejas en Ramirás por llevar a la iglesia un cadáver que había ardido en el velatorio

La Voz

RAMIRÁS

En la imagen, una vista actual del pueblo de Freás de Eiras
En la imagen, una vista actual del pueblo de Freás de Eiras Santi M. Amil

En 1888 los vecinos de Freás de Eiras estaban molestos porque las autoridades no habían actuado de forma correcta al celebrar un funeral con el cuerpo de una mujer quemado por culpa de un accidente mientras la velaban

17 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La Voz de Galicia se hacía eco, hace 130 años, de las quejas que habían surgido en «Frias de Eiras» (Freás de Eiras, en el concello ourensano de Ramirás, por el hecho de que se hubieran infringido las normas de la policía sanitaria sin que el alcalde hubiese «corregido el abuso» ni el gobernador civil abierto una investigación para «depurar la verdad de los hechos ocurridos». La crónica se refería al caso de una vecina, Josefa Sánchez, «muy respetable y querida en estas comarcas», que acababa de fallecer. «El día que se hallaba de cuerpo presente, sin duda una chispa de las velas que ardían cerca del féretro prendió en las ropas de la difunta y al no acudir oportunamente el fuego consumió el cadáver», detallaba el periódico. El relato del corresponsal continuaba con el entierro de la mujer al que, apuntaba, habían acudido «las autoridades y un inmenso gentío». A partir de ahí, llegó el problema que denunciaban los vecinos: «Sin que se sepa de quién ha partido la orden, el cadáver ha sido introducido en la iglesia parroquial en semejantes condiciones: contra lo que prescriben disposiciones vigentes y terminantes, permaneció en el templo basta que terminó el oficio de difuntos».

El periódico relataba que, ante la situación, el alcalde se había dado cuenta en aquel momento de su responsabilidad en la situación -«reparando en la unánime protesta de los concurrentes»- y decidió entonces que se inhumase el cadáver, para lo que fue estrictamente necesario suspender la ceremonia. «Esta nueva peripecia dio origen a diversos comentarios», apuntaba el cronista, que se preguntaba: «¿Por qué se ha consentido que el cadáver entrara en la iglesia, y una vez tolerada esta manifiesta infracción de las reglas de policía sanitaria, por qué se aguardó comenzara la misa para cumplir con la ley?».