Tres grandes vocaciones docentes

Xosé Manoel Rodríguez OURENSE/LA VOZ.

RAMIRÁS

Elba Nieves Salgado recogió el testigo de la experiencia como maestros que atesoran sus padres tanto en escuelas de la provincia como en la Normal

10 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay casos significativos en los que la experiencia vital de cada uno queda fijada con toda firmeza en la primera etapa de la vida. Y Elba Nieves Salgado reconoce, desde la atalaya privilegiada que supone haber pasado las bodas de plata como docente, que «siempre quise ser profesora y reconozco que disfruto con mi trabajo como si fuera la primera vez, como cuando empecé a dar clases». Tiene más que claro que el culpable de ese compromiso vocacional está perfectamente identificado y se llama Santos Nieves Vaz.

La profesora de Inglés del instituto Ramón Otero Pedrayo venera la trayectoria ejemplar de su progenitor -«el si que es una persona interesante y con muchas y emocionantes historias que contar»- y desgrana las peripecias de un hombre hecho a si mismo que destacaba en el colegio y al que sus padres, luego de glosarles el maestro los portentos y capacidades del chaval, decidieron pagarle los estudios «con todo el esfuerzo del mundo y los escasos ahorros que tenían, ya que eran campesinos» en la academia del reputado Taboada Chivite. Y a partir de ahí Santos Nieves Vaz inicia una vida que es todo un ejemplo de constancia y superación, y que Elba Nieves repasa con todo el orgullo de hija satisfecha: «después estudió en Ourense, en el Seminario, y luego se trasladó a Madrid. Se hizo maestro, se licenció en Filosofía, es pedagogo, secretario de 3ª, 2ª y 1ª (se jubiló a los 65 años como secretario del Concello de Ourense) y aún hoy, con 86 años, mantiene el despacho abierto y tenemos que frenarlo porque el otro día se arrancaba para Pontevedra con el coche para atender a un cliente».

Aunque lo que ganó a Elba Nieves para la causa de formar a los demás fue la experiencia docente en su casa, donde «mi padre me explicaba y aclaraba, con mucho cariño y con toda la paciencia del mundo, todas las dudas que tenía», y donde su madre, «que fue una de aquellas maestras que se incorporaban a la docencia muy joven y que impartió clases en Ramirás, Padrenda, Entrimo y otros lugares», le enseñó a leer y a escribir, al tiempo que guiaba sus primeros pasos en su formación.

Sobre el caso de su madre, la profesora del IES Otero Pedrayo reflexiona sobre la injusticia social de ciertas situaciones del pasado: «Mis padres se conocieron cuando él daba clases en la Normal y ella se formaba para ser profesora. Y entonces las maestras dejaban de impartir clases cuando se casaban, y así fue como ella se apartó de la docencia».

Del Santo Ángel a la música

El día a día en un instituto, en pleno siglo XXI, no tiene nada que ver con los buenos y grandes recuerdos que Elba tiene de sus estudios en el Santo Ángel «donde había una casita, vacas por los alrededores, cerdos que se metían hasta el patio y un brasero de cenizas que había que remover cada cierto tiempo, Yo estudié en el colegio original, en el viejo, y fui de la promoción que estrenó el nuevo edificio».

Aunque por nada del mundo cambiaría su profesión, Elba Nieves reconoce que la música es su pasión y que desde hace unos años estudia piano en el Conservatorio.