Atrapa un corzo con lazo ilegal y lo pillan retratando el animal antes de que llegara su cómplice

La Voz OURENSE / LA VOZ

QUINTELA DE LEIRADO

CEDIDA

La jueza condena a los dos implicados en el delito contra la fauna y los inhabilita un año para practicar la caza

30 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Aparte de 1.200 euros de multa como autores de un delito contra la fauna, a Bruno F. M. y Gerardo S. B. les ha impuesto la titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Ourense un año de inhabilitación especial para la práctica de la caza. Haber recurrido a la utilización de lazos de acero, que les permitió cazar un corzo que quedó atrapado en una de las trampas, les costará también el

el pago del corzo, aún no tasado, al tecor de Quintela de Leirado donde perdió la vida el animal.

Los acusados colocaron los lazos en la zona de A Granxa, dentro del área delimitada por el tecor societario de Quintela de Leirado en febrero del 2016, según la relación de hechos probado de la sentencia que los condena. El guarda rural que vigila este espacio fue alertado de la presencia de los lazos por un cazador de becadas. Dos o tres veces por semana los controlaba, veían que eran movidos durante la semana y pasaban los fines de semana sin cambio alguno. El 17 de abril encontró un corzo atrapado, muerto y parcialmente comido por las alimañas. Alertó a la Guardia Civil de Lobios.

Decidieron, de común acuerdo, turnarse y vigilar la zona a la espera de que el dueño del lazo acudiera a recoger la pieza. Pasaron cerca varias personas, pero no por el lugar de los lazos, de difícil acceso. Hasta que al día siguiente del hallazgo, sobre las tres de la tarde, el vigilante vio a Bruno, que fue directo hacia los lazos e hizo una llamada telefónica en la que dijo a su interlocutor: «Ven aquí, que cayó un corzo; trae un cuchillo o una machada para cortarle la cabeza». Después, levantó el animal y le hizo unas fotos con el teléfono.

La llegada del segundo acusado, que no había recibido indicación alguna del lugar al que debía acudir, se produjo cuando ya el primero se había percatado de la presencia del agente rural. La Guardia Civil, advertida por este último, llegó prácticamente al mismo tiempo. En el coche de Gerardo encontraron los guardias cables de acero como los de los lazos, que el dueño del coche utiliza en granjas.

La fiscalía pedía catorce meses de prisión para cada acusado.