El Obispado tiene más de cuatrocientas rectorales en estado de semiabandono

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

PUNXÍN

Parte trasera de la fachada de Freás
Parte trasera de la fachada de Freás Santi M. Amil

Cae parte de la fachada trasera de la de Freás, en el Concello de Punxín

08 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La casa rectoral de Freás, en el concello de Punxín, no ha podido aguantar más. Tras más de dos décadas en estado de abandono, desde la marcha del anterior cura de la parroquia, parte de las piedras de su fachada posterior se han venido abajo sobre la finca de un particular. Hace una década fue necesario apuntalar la fachada principal del inmueble —todavía permanecen las vigas sosteniendo la casa—, pero ha sucedido lo inevitable. La edificación ya ha sido visitada por técnicos del Concello y del Obispado de Ourense, a quién pertenece, y se está redactando un proyecto de reforma que tendrá que pasar por Patrimonio de la Xunta.

Lo de Freás no sorprende. El Obispado de Ourense llegó a contar con seiscientas casas rectorales en la provincia, una por cada parroquia, cuando había sacerdotes en todas las localidades. Actualmente la diócesis de Ourense tiene alrededor de 250 sacerdotes. La mayoría de ellos son mayores —muchos superan los 80 años— que ya no pueden vivir solos y descartan hacerlo en las casas rectorales.

Hoy en día hay unas 550, ya que algunas se cedieron para otros usos o se vendieron. De las que quedan en manos de la Iglesia, solo están habitadas algo más de un centenar. El resto, en su mayoría, están en estado de abandono. Unas cuatrocientas. No todos los inmuebles tienen un importante valor patrimonial, pero los sí están sujetos a ciertos requisitos por parte de Patrimonio que dificultan aún más tenerlos en buen estado. Algunas son casas de labranza de los siglos XVII o XVIII y otras más modernas.

Desde el Obispado de Ourense señalan que resulta imposible asumir el coste de la reforma de todas los inmueble en estado ruinoso y que en el caso de las viviendas ocupadas por sacerdotes, son ellos los que poco a poco van haciendo pequeñas reformas para evitar la caída del inmueble.

La cesión es la mejor fórmula con la que cuenta la Iglesia para poder mantenerlas. Es el caso de la rectoral de Santo André de Camporredondo (Ribadavia), donde actualmente se encuentra el Museo do Viño en Galicia. Un imponente edificio que se ha podido recuperar gracias a su cesión a la Xunta por alrededor de 30 años. Pero hay otros casos, como la de San Paio en Coles, que alberga un centro de día previsto para 30 personas. Más recientemente, el Concello de Bande pidió la cesión de la rectoral de Santa Comba para poner en marcha un museo y una zona de uso turístico, y el de Cortegada, la de San Bieito, para convertirla en albergue de peregrinos. En el caso de las administraciones locales, estas suelen, tras conseguir el traspaso, solicitar ayudas para reformar los inmuebles y darles un nuevo uso. En otros casos, como en Xinzo, los ayuntamientos firman convenios para ayudar al Obispado en las reformas y mantener edificio singulares.

El dinero de su venta o cesión va a un fondo solidario para mantener el patrimonio

El Obispado también pone a la venta las casas rectorales en estado ruinoso. Lo hace, en la mayoría de los casos, tras la petición de un particular. Es decir, no cuenta con un portal propio ni los oferta. La media de ventas al año ronda los tres o cuatro inmuebles.

El proceso habitual es, explican desde el Obispado, que cuando una persona se interese por una casa rectoral, se pidan informes al cura de la parroquia y se informe al pueblo de la intención de venderla. Un perito tasa el inmueble y se le pone precio. Es entonces, en estos casos, cuando la casa pueda aparecer publicitada en algún portal generalista de venta de inmuebles. El dinero que adquiere el Obispado en esas transacciones se incluye en el denominado fondo solidario. De esta cuenta sale el dinero necesario para el arreglo y reforma de su patrimonio, principalmente las iglesias. Estos, los templos, también necesitan de reformas continuas y cada vez más necesarias en un rural menos poblado y sin suficientes sacerdotes para mantenerlos.

Sin embargo, las ventas de casas rectorales son residuales. Varios son los aspectos que influyen. Por una parte, que la mayoría de ellas están semiabandonadas y necesitan de una gran inversión para poder entrar a vivir en ellas. Por otra, la suspicacia de los posibles compradores cuando su arreglo debe tener en cuenta los requisitos marcados por Patrimonio.

Otra característica de estas viviendas, aunque no sucede en todos los casos, es que cuentan con grandes extensiones de terreno anexo, algunas incluso con varias hectáreas, cuando el comprador tipo solo pretende tener un terreno singular al lado de la vivienda, pero no tanto como para tener que hacerse cargo del cuidado de grandes extensiones.