El carro de san Wintila volverá a salir en procesión en Punxín

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

PUNXÍN

Jonatan Veiga, Abel González, Ainara Vázquez y Antía Gómez, con el párroco de Punxín José Víctor Bernárdez
Jonatan Veiga, Abel González, Ainara Vázquez y Antía Gómez, con el párroco de Punxín José Víctor Bernárdez MIGUEL VILLAR

Nadie recuerda cuándo se celebró por última vez esta tradición vinculada al eremita enterrado en la iglesia de Santa María en el año 890

22 abr 2022 . Actualizado a las 17:36 h.

Cuando hace cuatro años Jonatan Veiga, Antía Gómez, Abel González y Ahinara Vázquez se hicieron cargo de la comisión de fiestas se empeñaron en volver a recuperar una de las tradiciones vinculadas a la fiesta de San Wintila de Punxín: la de la procesión en carro. «Aquí ya nadie se acuerda más que de oír hablar a sus abuelos de ella. La imagen lleva muchas décadas saliendo a hombros y solo alrededor de la iglesia», explica Jonatan Veiga. Él y sus compañeros se empeñaron en recuperar el carro que se utilizaba para ese recorrido procesional en el domingo previo al día grande de la fiesta (se celebra siempre el lunes siguiente al Lunes de Pascua).

El carro permanecía abandonado y muy deteriorado en un rincón de la parroquia. Lograron rehabilitarlo y lleva ya más de un año expuesto en el templo, pero la pandemia de covid ha impedido hasta ahora que saliera transportando la imagen acompañado de los romeros, como habían planificado estos jóvenes para emular lo que ocurría antaño. Al parecer, esa procesión original rememoraba la historia que acompaña al enterramiento de este singular santo no canonizado oficialmente y que fue elevado a los altares por la devoción popular, que lo vincula a numerosos milagros relacionados con las cosechas y los animales. Según esa leyenda, Punxín y Freás se disputaban el derecho a acoger el cuerpo del ermitaño tras su fallecimiento, así que decidieron colocarlo sobre un carro al que uncieron un buey de cada localidad. Los campesinos de la zona acordaron que dejarían caminar a los animales a su libre albedrío y donde se parasen a comer, ahí se le daría sepultura. «Y pararon donde ahora está la iglesia, aunque inicialmente lo que se construyó fue una pequeña ermita y luego una capilla en torno al sepulcro, que se fue ampliando a lo largo de los siglos varias veces hasta convertirse en el templo actual tras la última gran modificación que es de 1924», aclara Jonatan que, tras ayudar como monaguillo desde que tenía nueve años (ahora tiene 29) se sabe la historia de memoria. El sepulcro que permanece dentro de la iglesia de Santa María de Punxín es del siglo IX y conserva una inscripción en la que se hace alusión al fallecimiento del santo en diciembre del año 890. En la tapa del sarcófago visigótico que guarda sus restos puede leerse una inscripción medieval que dice: «Hic requiescit famulus dei Wintila qui oblit X kalendas ianuarias era DCCCCXVIII; 23- decembris-890».

Aunque el paseo de la imagen del patrón sobre el carro se perdió hace décadas, otras tradiciones vinculadas a esta fiesta han perdurado en el tiempo. Los fieles de la zona siguen manteniendo vivas varias costumbres relacionadas con san Wintila, como es el llevarle carne, especialmente de cerdo, y también animales vivos (gallinas, pollos y conejos  son lo más habitual, aunque algún año ha aparecido incluso un gorrino) que son posteriormente subastadas. También es habitual llevar espigas y mazorcas de maíz y recoger, a cambio de esas, las que se guardan bendecidas en una caseta. «Se usan para dar al ganado, para protegerlo contra las enfermedades, igual que la tierra que cogen de debajo del sepulcro y que la echan en las cuadras o la ponen en una bolsa y se la cuelgan al cuello a los animales», cuentan estos jóvenes de entre 23 y 33 años que se han empeñado en que este año la romería de san Wintila reviva en Punxín con más ímpetu que nunca. De hecho, el carro irá tirado por bueyes (llegarán desde Chantada para la ocasión porque ya no quedan de este tipo de animales por la zona) y se ha engalanado con espigas, mazorcas, flores y plantas silvestres. La procesión saldrá a mediodía del domingo de la iglesia y se dirigirá hasta el campo da festa, muy cerca del lugar conocido como «a casa do santo» porque es donde se supone que vivió Wintila como anacoreta. Tas la misa, que se celebra al aire libre, el carro volverá con el santo en procesión a la iglesia. Inmediatamente después se inicia la sesión vermú con la Charanga Europa que culminará con la comida popular que organiza la comisión y que, por el precio de 15 euros para adultos y 10 para niños, oferta jamón, lacón asado, oreja, carne ó caldeiro con patatas, postre, café y chupito.

La comisión ha invitado al Consello Regulador de O Ribeiro y al de la Denominación de Orixe Pan de Cea, para que se sumen este año al ofertorio de lo productos de la tierra que harán, como es costumbre, los trabajadores de Extensión Agraria que tiene a san Wintila como su patrón. Esa ofrenda tendrá lugar en la misa mayor del lunes, prevista para las 13 horas, con la que se cierra una mañana de oficios religiosos que se celebran cada hora, desde las nueve.

Por la tarde (sobre las 17.30 horas) será la subasta de los productos dejados por los fieles y cuya recaudación es la aportación que hace al festejo popular la iglesia que atiende el párroco José Víctor Bernárdez. Una ayuda bien recibida para sufragar los gastos de una celebración que contará con un programa que se abre el sábado a las 22.00 horas con la verbena a cargo del grupo Garibaldi y Disco Móvil Chocolate. El domingo la charanga Europa, que ameniza el aperitivo, acompañará también a la orquesta Saudade en las sesiones bailables de tarde y noche; y el lunes contarán con la banda de gaitas Terras do Arenteiro y el grupo Pégate en la fiesta y la verbena. «La verdad es que cuando este año retomamos el tema de la fiesta teníamos un poco de miedo, porque con todo lo que ha pasado, no sabíamos como respondería la gente. Pero de momento los vecinos están colaborando muy bien, incluso con aportaciones más generosas que el último año que tuvimos fiesta», dicen. «Se nota que tienen ilusión por la fiesta, pero al fin somos un centenar así que para cubrir todo hemos hecho el libro de publicidad, organizamos también el magosto y vendimos lotería. Esperamos que entre la subasta, el bar y la comida nos ayude a conseguir lo que nos queda», concluye Jonatan.