Daniel Franco, ingeniero aeronáutico: «La ciencia ficción inspiró la creación de mucha tecnología»
OURENSE CIUDAD
El responsable de innovación abierta de Airbus Defence and Space en Madrid ha ofrecido una charla en el campus de Ourense sobre las posibles soluciones a los efectos de la ingravidez sobre el cuerpo humano
11 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.El campus de Ourense de la Universidad de Vigo se unió a la celebración de la Semana Mundial del Espacio con una jornada coorganizada por la Facultad de Ciencias, la Escuela de Ingeniería Aérea y del Espacio, la de Ingeniería Informática y la Xunta, en la que el alumnado pudo saber más sobre el pasado, el presente y el futuro de la exploración espacial. En este último capítulo, se enteraron, por ejemplo, de que existe un proyecto que busca solución a los efectos de la ingravidez sobre el cuerpo humano, Gravitas. Se lo contó Daniel Franco Gutiérrez (Madrid, 1983), ingeniero aeronáutico responsable de innovación abierta e intraemprendimiento de Airbus Defence and Space en Madrid.
—¿En qué consiste Gravitas?
—Básicamente se trata de desarrollar un entorno rotatorio que recupere parte de la gravedad. Ninguna agencia espacial ni ningún fabricante ha sido capaz de fabricar nada así porque es complejo, pesado y muy caro de mantener, pero tendría un impacto muy grande en la calidad de vida y la salud de las personas que estén en el espacio. Nuestro cuerpo está diseñado para vivir en entornos de gravedad y cuando no la tiene se resiente, pierde masa ósea y muscular.
—¿Cuál es la situación actual?
—Ahora mismo, para mitigar el deterioro los astronautas hacen mucho ejercicio, unas dos horas y media al día. Como están en ingravidez utilizan bandas de resistencia para anclarse y corren en una cinta que está anclada con gomas a ellos de manera que ejerce presión en el suelo para que puedan ejercitarse. Si no lo hicieran se quedarían como un recién nacido, no tendrían fuerza ni podrían sostenerse en pie y sus huesos serían muy frágiles, igual que su corazón que también es un músculo que tiene que ejercitarse. En la tierra ya hace ese ejercicio solo para vencer la gravedad y bombear la sangre a una velocidad y altura determinadas, pero allí arriba no necesita esforzarse. De hecho, uno de los efectos es que, al aumentar la presión de los líquidos en la cabeza, esta se les hincha un poco.
—¿La tecnología espacial ya supera la imaginación de los guionistas de ciencia ficción?
—Aún no somos capaces de hacer cosas que se ven en algunas películas. La industria espacial ha cambiado mucho en los últimos años y hay muchos niveles de desarrollo tecnológico que no están accesibles al público en general y que ni siquiera yo, que trabajo en proyectos de defensa, los conozco porque son súper secretos y estratégicos. Pero la ciencia ficción inspiró la creación de mucha tecnología. El que escribió Star Trek se inventó un motor de curvatura para la nave Enterprise, para que pudiese hacer saltos en el espacio-tiempo, ir más rápido que la velocidad de la luz, lo que inspiró a un físico mexicano que se llamaba Miguel Alcubierre. Él desarrolló un modelo de motor de curvatura espacial que es una tecnología que en los próximos 40 o 50 años será real. Es algo que matemática y físicamente es posible.
—¿Y cree que tener una colonia en otro planeta es posible?
—Pienso que a día de hoy, por ejemplo, es imposible diseñar una ciudad en un anillo de Saturno con la tecnología que tenemos, pero creo que yo veré al hombre llegar a Marte y, por el coste que eso tendría, seguramente aquellos que viajen se quedarán y serán la primera colonia extraterrestre. A mí no me importaría estar con ellos, aunque posiblemente me moriría pronto, porque hasta que fuéramos capaces de generar lo necesario para mejorar las condiciones se sufriría más de lo normal.
—¿Qué proyecto de ingeniería le gustaría desarrollar allí?
—Me gustan mucho las plantas, y el tema de la sostenibilidad es importantísimo. Para ser una especie interplanetaria es fundamental que tengamos capacidad de cultivar nuestros alimentos. Hay muchos estudios científicos hechos. Es insostenible tener una colonia ya no en Marte, sino más cerca, en la Luna por ejemplo, y tener que llevar todo allí de manera prolongada. Será necesario hacerlo en las primeras épocas, pero el autoabastecimiento es fundamental. Hay un proyecto español, que se llama Green Moon y que lidera un malagueño, José María Ortega, con tierra del valle de la Geria, en Lanzarote, en el que están desarrollando una cápsula autosostenible que, de hecho, van a subir al espacio. El objetivo es que las plantas se desarrollen dentro.