Piden dieciséis años de cárcel para un feriante acusado de violar a su cuñada discapacitada

Marta Vázquez Fernández
M. Vázquez OURENSE

OURENSE CIUDAD

La Audiencia Provincial de Ourense, en una imagen de archivo
La Audiencia Provincial de Ourense, en una imagen de archivo Álvaro Vaquero

El denunciado dice que es inocente y su abogado, el mismo que defendió a Daniel Sancho, asegura que la única prueba es que la víctima tenía un «rascazo» en el glúteo

10 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Visto para sentencia quedó este jueves en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Ourense el caso contra un hombre al que se acusa de haber agredido sexualmente a su cuñada, una mujer de 27 años con una discapacidad del 88 %. Si se demuestran probados los cargos, el sospechoso podría ser condenado a penas que oscilan entre los 8 años de cárcel que reclama la Fiscalía y los 16 que solicita la acusación particular. La defensa, que apunta a la falta de pruebas, aspira a la libre absolución en un caso que provocó, hace ya más de tres años, la ruptura entre dos familias de feriantes hasta entonces bien avenidas.

Así lo confirmaron todos los testigos que declararon en la vista, a la que acudieron como público muchos allegados de las dos partes. Los padres de la mujer presuntamente agredida, los primeros en tomar la palabra, fueron los que dieron la voz de alarma sobre el suceso, ocurrido presuntamente en la madrugada del 4 de junio del 2022. En esas fechas había fiestas en Carballeda de Avia y los feriantes se habían trasladado allí con sus atracciones. «Mi hija vino a verme por la noche y me dijo que la habían atacado», relató la madre de la joven, que por entonces ya era mayor de edad pero especialmente vulnerable por su alto grado de discapacidad que, según las forenses que la examinaron, le impide comunicarse con personas que no sean de su círculo familiar. La progenitora explicó que su hija le relató que el marido de su hermana, citando su nombre, la había llevado a una zona oscura, junto a un cementerio, y que allí había abusado de ella, describiendo lo ocurrido con términos muy explícitos y poco habituales para su vocabulario. «Tenía las piernas llenas de sangre y estaba toda rascada», relató la testigo sobre las evidencias que presentaba su hija. Ella misma los llevó al lugar en el que habría tenido lugar una agresión que fue denunciada ante las autoridades, aunque unos días después. «Esperamos a que acabaran las fiestas», relató la progenitora, que lamentó que en ese tiempo su hija se hubiera duchado «tres veces».

Esto explicaría que la ginecóloga que atendió a la joven cuando sus padres la llevaron al médico no hallara evidencias que apuntaran claramente a la existencia de un abuso sexual. Confirmó la especialista que la chica no era virgen, si bien aclaró que esto no indica necesariamente que hubiese tenido relaciones íntimas previas. Sí constató que presentaba lesiones en la cara interna del muslo y en el glúteo. Los dos forenses que la examinaron también confirmaron esas heridas que, para las acusaciones, serían compatibles con su relato. Eso sí, no se localizó ADN del acusado ni en el cuerpo de la mujer ni en su ropa interior.

La esposa del acusado, hermana de la denunciante, no cree que su allegada hubiera sido atacada. Explicó que la noche de autos su marido estuvo a cargo de la atracción y que cuando llegó se acostaron, sin que el varón volviera a salir de la caravana en toda la noche. Ella estuvo con la víctima hasta que llegó el marido. Relató también ante el tribunal que su padre fue quien le habló de la presunta agresión, explicando que desde entonces no se habla con su familia.

«Esta es una víctima especialmente vulnerable por su discapacidad, que no puede consentir», dijo la fiscala en el turno de conclusiones, explicando que aunque no se ha podido contar con la declaración de la perjudicada, ya que los forenses dictaminaron que no está en condiciones de hacerlo por sus dificultades para comunicarse, existen pruebas periféricas que corroborarían la agresión. Se refirió, en concreto, a la declaración de los padres, que la vieron con las piernas sangradas, y a la exploración que le hicieron los especialistas. «No hay animadversión, todos dicen que la relación era buena», añadió la representante del ministerio público, señalando que el sospechoso tiene antecedentes delitos sexuales cometidos en Portugal.

El abogado de la familia señaló también a la indefensión de la víctima, por su retraso madurativo y su trastorno del espectro autista. «Su cuñado conocía bien esta situación y se aprovechó de ella porque sabía que no se iba a defender», dijo. Esta parte reclama 20.400 euros de indemnización, además de una severa pena de prisión en la que aplica la agravante de prevalimiento.

Pero la defensa cree que este asunto ni siquiera debería haber llegado a juicio. El acusado, que declaró en último lugar, aseguró ser inocente en un brevísimo testimonio aportado solo a su abogado, y este le tomó la palabra. «Aquí lo único que hay es un rascazo en el glúteo», dijo Marcos García Montes, el mediático letrado que se encargó de la defensa de Daniel Sancho. Cuestionó que la víctima no hubiese prestado declaración en ninguna de las fases del procedimiento ya que «hasta los paralíticos cerebrales pueden comunicarse» y aseguró que de haber existido realmente la violación, lo natural es que hubiese habido una reyerta entre familias, por ser todas de etnia gitana.

Tras asegurar que en la instrucción este caso «el fiscal brilló por su ausencia», pidió al tribunal una sentencia justa. «Esperemos que no haya guillotina judicial.en este caso», zanjó.