Treinta años ejerciendo de procuradora en Ourense: «El trabajo que hacemos es crucial, tenemos mucha responsabilidad»
OURENSE CIUDAD

Lourdes Lorenzo Ribagorda reivindica medidas para que su colectivo tenga una jubilación digna
11 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Ser procuradora de los tribunales le abrió las puertas de un mundo que apenas conocía y que le gustó enseguida. Atesora más de tres décadas de experiencia en una profesión en la que había muy pocas mujeres cuando llegó y en el que ahora ellas son mayoría. Lourdes Lorenzo Ribagorda recuerda para este reportaje su infancia en la capital, que transcurrió siempre en el entorno de As Mercedes, donde su madre tenía un negocio. «Tuve una infancia muy tranquila, de poder estar en la calle jugando, sin tecnologías. Los deberes los hacía en la tienda y luego me iba a jugar, eran tiempos muy diferentes», cuenta.
Superado el instituto y las pruebas de acceso a la universidad, surgieron dudas. Le gustaba la música y la literatura, pero no le convencían las titulaciones relacionadas con esos mundos y se decidió por Derecho. Su constancia en el estudio le ayudó a completar la carrera y al finalizar hizo prácticas con un veterano abogado, Santos Nieves Vaz. «Me abrió las puertas de su despacho, pero yo el juzgado no lo pisaba», confiesa. Cuando le anunció que iba a presentar los papeles para que ella se colegiara como abogada, Lourdes dio un paso atrás porque no se veía en ese papel. Llegó poco después al despacho de María Gloria Sánchez Izquierdo, procuradora, y ahí sí encontró su lugar. «Desde el primer día ya estuve en el juzgado y aprendí mucho, me gustó el trabajo», cuenta. En aquella época los hombres era mayoría en la profesión y no ha olvidado que el entonces decano iba retrasando la colegiación. «Quería que estuviéramos tiempo macerando, haciendo prácticas», rememora. Con todo nunca se sintió discriminada por ser mujer y es evidente que fue abriendo camino, ya que tras ella llegaron a la profesión muchas más féminas.
Se colegió en 1992 y asegura que desde el primer día las relaciones con los compañeros fueron «una maravilla». «Todos éramos competencia, pero nos llevábamos muy bien, casi como una familia», afirma. En los primeros años iba oficina por oficina, preguntando por sus asuntos, pero con el tiempo todo fue cambiando. Primero les pusieron una oficina y ahora, con LexNET, todo les llega por vía telemática, por lo que el contacto personal se ha ido perdiendo. «Casi ya no se conoce a la gente que está en las oficinas del juzgado», admite.
Pese a todo a Lourdes le gusta estar en el juzgado, el trato al público, las vistas... «Aprendes muchas cosas aunque a veces te pones en la piel de la gente y te das cuenta de que son experiencias duras», apunta. Recuerda que antaño iban a los domicilios a hacer los embargos, una situación incómoda y algo absurda que les obligaba a entrar en una casa y embargar, por ejemplo, un televisor o una mesa. «No te los llevabas; cogías los datos y dejabas a los dueños como depositarios, por lo que podían hacer lo que quisieran con esas cosas», asegura. También tuvo que hacer desahucios, otra experiencia poco gratificante de un oficio que a veces pasa desapercibido para el ciudadano, pero tiene gran importancia. «Nuestro trabajo es crucial y tenemos mucha responsabilidad; si se nos pasa un plazo o entregamos mal un dinero, hay un problema», advierte. A ella, a pesar de la informatización, le gusta mantener notas de todos sus asuntos para que nada se le pase, es muy meticulosa.
A la hora de citar un caso, recuerda uno que le llegó después de colegiarse, el de una chica que había dado a luz un bebé y lo había metido en una mochila. «Era de un pueblo y en su casa no se habían enterado de que estaba embarazada; dio a luz en una pensión y el niño nació muerto», recuerda, asegurando que asuntos como ese «son tremendos y te marcan para siempre».
El fiasco de la mutualidad
En estos momentos ella y sus compañeros están inmersos en la lucha por incorporarse al RETA. «Hasta el 2013 era obligatorio estar en la mutualidad de los procuradores», cuenta. Ella hizo la simulación de lo que iba a cobrar cuando se jubilase y descubrió que su pensión sería de 229 euros, así que en cuando pudo se pasó al régimen de autónomos. «Pedimos que se reconozca todo lo que hemos pagado», reclama.
Apasionada de la música, la tuna de Santo Domingo la llevó a París con solo diez años
A Lourdes siempre le gustó la música y desde niña estuvo vinculada al conservatorio de Ourense. Además, desde los siete años y hasta que se disolvió formó parte de la tuna de Santo Domingo, una rondalla que estaba vinculada a la parroquia de Santo Domingo y que dirigía Raquel Santamarina. Lourdes tocaba la bandurria en una agrupación que llegó a hacer muchos viajes por Europa. «Íbamos a tocar a los emigrantes que vivían en Suiza, en Alemania y en otros países», recuerda la profesional, que asegura que en los primeros años la líder de la agrupación llevaba productos para vender y conseguir dinero para poder comprar la comida. «Era una mujer muy valiente porque se iba de viaje con cuarenta niños de todas las edades», asegura, recordando que ella pudo de esa forma conocer París cuando tenía diez años. «El cura tuvo que convencer a mi madre para que me dejara ir», rememora entre risas.
EL DNI
Lourdes Lorenzo Ribagorda nació en 1963 en Ourense. Estudió en el colegio de As Mercedes, luego pasó al instituto Otero Pedrayo y se matriculó en Derecho en la Universidad de Santiago.
Su rincón. Elige el parque de As Mercedes porque su infancia giró en torno a esa lugar: «Mi madre tenía una mercería y un despacho de café en frente de Hacienda y vivíamos en la zona, así que yo me movía casi siempre por allí», cuenta.