Un belén de casi tres décadas

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Jorge Rebollo con su composición
Jorge Rebollo con su composición MIGUEL VILLAR

Jorge Rebollo compró el primer portal con las figuras básicas del nacimiento hace 28 años y lo colocó en la entrada de su piso en Ourense. Hoy, con más de 120 piezas y escenas móviles ocupa la capilla de su pueblo de Poboanza, en Amoeiro

23 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando llegan las fiestas navideñas, en la pequeña capilla del núcleo de Poboanza, en el municipio de Amoeiro, vecinos y visitantes disfrutan con un impresionante belén que ocupa buena parte del espacio disponible. Su creador es Jorge Rebollo Pereira. «Nació cuando mi hijo cumplió un año. Aquella Navidad compré el primer portal para poner en el piso en el que vivíamos en Ourense», explica Jorge, que recuerda que ese nacimiento, con las figuras básicas, costó en torno a las 16.000 pesetas. «Solo la figura del niño valía tres mil», apunta reconociendo que era una cantidad importante para la época. El belén fue creciendo año a año. «Primero estuvo en la entrada del piso, luego pasó al comedor y cuando nos vinimos a vivir a Poboanza también lo coloqué en el salón», cuenta Jorge. Un día los vecinos lo animaron a que lo montase en la capilla. «Fue en el 2017 y una buena idea que mi mujer agradeció especialmente porque ya estaba a punto de echarme de casa», comenta. Cada año Jorge desmonta el entarimado —sin prisa, allá por febrero— y guarda todos los elementos cuidadosamente en una nave de su empresa. Y cada año, cuando llega noviembre, vuelve a cargarlo todo en el camión y dedica varios fines de semana a prepararlo para que luzca con todo su esplendor. Aunque su profesión nada tiene que ver con la electricidad, Jorge es un manitas y se encarga de hacer todas las instalaciones para colocar los puntos de luz en diversas localizaciones. Los hay que simulan fuegos en hogueras, los que aparecen en farolillos o el interior de las construcciones o en otros puntos estratégicos. El conjunto tiene más de 120 piezas, muchas de ellas adquiridas en librerías de la ciudad y otras en el mercadillo navideño de Madrid, según cuenta. Pero todas tienen muchas horas de trabajo del propio Jorge que se ha encargado de llenar de contenido las construcciones, además de crear la cascada y el río que, con una bomba de acuario y una tina, tiene en movimiento el agua que discurre por la escena. Quien lo visite puede entretenerse un buen rato descubriendo multitud de detalles, como la pandilla que está echando una partida de cartas en una bodega excepcionalmente surtida y en la que no falta de nada. También llaman la atención las escenas animadas por figuras móviles: hay desde un carpintero serrando a un herrero trabajando en la fragua.