Una ourensana en Valencia: «Parece que lo has visto todo en la tele y vas mentalizada; pero el impacto al llegar es terrible»

Fina Ulloa
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Las jóvenes retiraron barro y agua tanto en la calle como en varios edificios
Las jóvenes retiraron barro y agua tanto en la calle como en varios edificios

El sábado, Marta Bravo estuvo limpiando barro en Aldaia con un grupo de amigos, el martes fue a Paiporta y cuenta que aprovechará el cierre de la universidad por la dana para seguir ayudando en las zonas afectadas

06 nov 2024 . Actualizado a las 11:44 h.

Marta Bravo es una carballiñesa de veinte años que lleva tres viviendo en Valencia. «Vine a estudiar la carrera de Ingeniería en Diseño Industrial», cuenta esta joven que reconoce que tenía alternativas mucho más cerca de casa, pero quiso aprovechar para conocer algo distinto. «La otra opción era Ferrol y elegí esta zona porque, entre otras cosas, tenía mejor clima. O eso parecía», apostilla. Este fin de semana ha podido ver con sus propios ojos la capacidad destructiva de un fenómeno meteorológico. Ella y otros compañeros se organizaron para acercarse a Aldaia, una de las localidades más afectadas por la dana, con la intención de ayudar en lo que pudieran. Está a doce kilómetros de la capital.

«Aunque aquí en la ciudad no hubo daños, la gente va triste por la calle. Y los primeros días fue peor. Todos hablando por teléfono, angustiados. Lo que escuchabas todo el rato eran conversaciones preguntando por personas, supongo que familiares, diciendo que no sabían nada de uno o de otro. Es una situación que te genera impotencia. Teníamos ganas de hacer algo para ayudar», narra. Así que el sábado, pertrechados con todo lo que suponían que les sería de utilidad —incluidos cubos, guantes y mascarillas— se pusieron en carretera decididos a echar una mano. «Madrugamos bastante. Queríamos aprovechar el día y suponíamos que igual había retenciones para llegar o teníamos que dejar el coche lejos», cuenta Marta. Tuvieron suerte y consiguieron aparcar el vehículo a solo cinco minutos andando de la entrada de la localidad.

Los jóvenes trabajaron sin descanso durante todo el sábado
Los jóvenes trabajaron sin descanso durante todo el sábado

«Parece que ya lo has visto todo en la tele y vas mentalizada, pero el impacto al llegar allí es terrible. Nada más entrar había una iglesia y el cura estaba llorando. Miramos calle arriba y vimos más gente llorando. Pensé: ''Esto va a ser muy duro''», recuerda. Marta y sus compañeros no se lo pensaron dos veces y empezaron por la propia iglesia. «Todo el suelo estaba inundado. Nos dedicamos a sacar cubos de agua y barro», narra. Terminada esa tarea el grupo siguió calle arriba ofreciendo su ayuda. «Las viviendas ya estaban bastante liberadas», comenta. Los aceptaron en el colegio, donde siguieron llenando y vaciando cubos con lo que sacaban del patio y las clases.

Marta recuerda que, además de la destrucción que vio, le impresionó el olor. «Pasamos por un edificio que fue una residencia de mayores; allí no nos necesitaban porque había ya mucha gente, pero era terrible lo que olía porque después de tantos días la comida que tenían almacenada y en las neveras se había estropeado y como había agua estancada era tremendo. La verdad es que, aparte de la protección contra posibles infecciones, la mascarilla te hacía un favor», recuerda. De todos modos, Marta cuenta que lo que más le impresionó fue ver las montañas de muebles y enseres.

Marta y sus compañeros se sumaron a los que limpiaban las aulas y el patio del colegio de Aldaia
Marta y sus compañeros se sumaron a los que limpiaban las aulas y el patio del colegio de Aldaia

Ellos colaboraron también ayudando a cargar algunos de esos desechos en uno de los pocos camiones que, según dice, llegó a la zona. «Esa basura es un problema añadido. Obviamente la gente tuvo que sacar todo eso de sus casas, pero son auténticos tapones que hacen muy difícil avanzar en el trabajo de limpieza. Por mucho que el pueblo y los voluntarios se vuelquen, faltan maquinaria y gente especializada para retirar todo eso de las calles», insiste. El domingo ya no intentaron volver. «Había un montón de retenciones y nos llamaron compañeros contando que estaban mandando a gente para casa», dice. El martes sí pudieron trabajar, en este caso en Paiporta, y dice que lo volverán a intentar durante esta semana ya que la universidad está cerrada. Reconoce que su familia en O Carballiño no hace más que advertirle que tome todas las precauciones posibles. «Me dicen que sentidiño, que ayude en lo que pueda pero que no me ponga en riesgo», cuenta.

«No se entiende que nosotros, que no somos nadie, pudiéramos llegar y entrar antes que el ejército» 

A Óscar Airabella Vidal aún se le quiebra la voz al recordar cómo los recibieron los vecinos de Paiporta, la zona cero del desastre, el pasado domingo por la mañana. «Llevábamos unos carteles que ponían:''Ayuda humanitaria voluntaria desde Ourense''. La gente nos miraba sorprendidísima. No se lo podían creer. Nos daban las gracias y daban palmadas en las furgonetas», narra. Fue un momento especialmente emotivo para los ocho ourensanos que montaron en los cuatro vehículos, cargados hasta el techo, al filo de la medianoche del sábado con el objetivo de trasladar el fruto de la solidaridad de muchos vecinos del municipio de Barbadás.

Todo se organizó en apenas 24 horas. «La idea salió hablando entre unos cuantos y luego con llamadas a amigos y a través de redes sociales, unos avisaron a otros. En unas horas teníamos ropa, alimentos enlatados, leche, agua, pilas, medicamentos, baterías, todo cosas de primera necesidad», cuenta. Se recogió hasta en los bares y los taxistas ayudaron a trasladarlo a la nave donde se clasificó y envasó.

Una veintena de vecinos pasaron el sábado clasificando y empaquetando toda la ayuda donada
Una veintena de vecinos pasaron el sábado clasificando y empaquetando toda la ayuda donada

Una veintena de personas trabajaron para clasificarlo todo y que llegase empaquetado y perfectamente identificado, especialmente la ropa que se envasó al vacío para que ocupase lo menos posible. El material daba para cinco furgonetas pero finalmente arrancaron cuatro. Eso sí, llenas a reventar: «Una se tuvo que quedar porque no había chóferes para ponerse al volante así de repente y necesitábamos a dos para cada vehículo porque no queríamos parar», añade.

Los promotores de la iniciativa fueron los propietarios de Chapa y pintura Group Maosco Service, lavandería Lavaxa, taller EME Cars, Talleres Bercar, cafetería Gabbana y la tapería Tarona, aunque tal y como recuerda Óscar, colaboraron muchos otros autónomos. De hecho las furgonetas en las que viajó la ayuda fueron prestadas por diversos negocios.

La comitiva a punto de salir de Barbadás, el sábado a media noche
La comitiva a punto de salir de Barbadás, el sábado a media noche

La comitiva ourensana llegó a las nueve de la mañana y «sorteando alcantarillas que tenían abiertas y señalizadas y montañas de escombros» descargó el material en dos puntos distintos de la localidad. Pero quedó atrapada por la visita de los reyes y los presidentes del gobierno de España y de la Generalitat Valenciana. «Ya nos enteramos antes de llegar y el miedo que teníamos era que no nos dejaran pasar. De hecho la Guardia Civil que estaba en las entradas no nos dejaba acceder. Entramos gracias a un policía nacional que intercedió por nosotros», explica. Eso sí, no pudieron salir hasta que terminó esa visita, dos horas después.

«La verdad es que nos pilló todo el follón. Estábamos a cincuenta metros de ellos», comenta este ourensano al que no le extraña la reacción de los vecinos. «No se entiende que nosotros, que no somos nadie, consiguiésemos llegar y entrar antes que el ejército. Para mí, está claro que es todo una cuestión política. No interesaba», opina.

Óscar y sus compañeros en el trayecto hacia la zona cero de la catástrofe
Óscar y sus compañeros en el trayecto hacia la zona cero de la catástrofe

Al contingente del ejército se lo encontraron mientras hacían el trayecto de vuelta que iniciaron en cuanto les permitieron salir del pueblo. «No nos paramos nada porque nosotros somos autónomos y al día siguiente había que abrir y trabajar. Nosotros llegamos con la primera furgoneta sobre la una de la madrugada», comenta Óscar. El viaje de vuelta no fue en grupo. «Allí dentro no había manera de comunicarse; no podías llamar ni enviar wasaps y como habíamos descargado en dos zonas distintas, quedamos divididos, así que cada uno fue saliendo cuando pudo», explica este ourensano que agradece la generosidad de todos los vecinos que respondieron a la petición de ayuda.

Bomberos desde Ourense y miembros del grupo de emergencias de Valdeorras

En las últimas horas, más ourensanos se han sumado a los grupos de especialistas que salen desde Galicia hacia Valencia para ayudar en las zonas más afectadas por la dana. Uno de los grupos, integrado por media docena de bomberos del servicio de extinción de incendios del Concello de Ourense inició viaje el lunes por la noche. Serán relevados por otros tantos efectivos a lo largo de esta semana.

El segundo grupo, más reducido, está formado por tres miembros del GES de Valdeorras, con sede en O Barco, que también llegarán este martes a destino. Los siguientes en salir serán seis profesionales y dos vehículos con el material de rescate necesario de los parques de bomberos de O Carballiño-O Ribeiro y de Verín. Está previsto que inicien viaje en torno a la seis de la mañana del miércoles. La siguiente dotación, con los mismos efectivos y medios que enviará el Consorcio Provincial contra Incendios de Ourense saldrá del Parque de Bomberos de Xinzo y del Parque de Bomberos de Valdeorras, en A Rúa.

Todos ellos se suman a los cinco miembros del servicio supramunicipal de bomberos de Celanova y los cinco de Protección Civil de Verín que ya están trabajando en la comarca valenciana más afectada por la dana desde el lunes.