Es hija de la primera mujer que tuvo un puesto de helados en Ourense y resiste como la última quiosquera
OURENSE CIUDAD
María Teresa Lamelas mantiene abierta su tienda frente al estadio de O Couto desde hace cuarenta años
20 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El quiosco de María Teresa Lamelas (Ourense, 1954), conocida como Marité, es casi una institución en O Couto. Su puesto con chuches es parte ya del mobiliario del barrio, donde se mantiene activo desde hace casi cuarenta años. Un poco sin quererlo heredó el oficio de su madre, que fue la primera mujer en tener un puesto de helados en Ourense, en la Alameda. A Marité al principio no le gustaba nada seguir sus pasos — «es muy esclavo»—, pero todavía resiste como la última quiosquera de la ciudad. «Estoy jubilada pero en casa no sé estar, prefiero seguir abriendo», cuenta.
La ourensana es la menor de cuatro hermanos e inició su vida en el centro de la ciudad, aunque de pequeña su familia se mudó a O Couto. Se formó en la desaparecida escuela Estudios Galicia y ya de joven empezó a trabajar de dependienta. Estuvo 11 años empleada en una tienda de ropa de la calle Doctor Marañón. En 1982 surgió la oportunidad de comprar uno de los quioscos de la Alameda. No era un oficio ajeno para Marité: «Yo no quería porque vi cómo trabajaba mi madre, que fue una pionera. Se metía allí a la mañana y no podía salir hasta la noche, y eso que solo hacía la temporada de marzo a octubre». Su marido por aquel entonces se empeñó en coger el puesto y finalmente se lanzaron.
El de Marité era el cuarto de los tenderetes. «De aquellas paseaba muchísima gente por la Alameda y había clientes para todos», recuerda. No solo había quioscos en el parque del centro sino que estaban esparcidos por toda la ciudad, en Salesianos, As Lagoas, Barrocás, en el Xardín do Posío, junto a la comisaría... La ourensana aguantó tres años en su ubicación original, pero vio que las ventas iban cayendo: «Si uno compraba en el primer quiosco, ya no llegaba a los siguientes». Solicitó dos veces trasladarse a la esquina de la calle Xavier Prado Lameiro, frente al estadio de O Couto, pero se lo denegaron. A la tercera fue la vencida.
El cambio fue por ventas y también por conciliación. La quiosquera se separó y tenía que cuidar de su madre, que enfermó en poco meses, y de sus tres hijos. «Vivo al lado, así que tenía más controlados a los niños, se pasaron muchas tardes jugando aquí fuera mientras yo atendía», recuerda. Abría el puesto desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche. Solo descansaba los sábados, siempre y cuando no hubiera fútbol. Doce horas que rendían porque la ubicación fue un éxito. A primera hora pillaba a los jóvenes que iban al colegio y al instituto. «De aquellas tenía muchísimas más cosas, había un mostrador con bollería y siempre picaban antes de entrar a clase», cuenta. Nunca tuvo prensa, solo dulces, chuches y juguetes. «¡Ahora estoy bajo mínimos!», asegura. Además, está situada junto a una parada de autobús urbano y de su calle salían los coches de práctica de la autoescuela. Y, por supuesto, recibía a todos los espectadores de los partidos de fútbol del estadio de O Couto. Estuvo a las puertas del campo cuando el Club Deportivo Ourense llenaba las gradas. «Antes que yo solo había una señora que se ponía con un carrito a vender golosinas», recuerda, así que la clientela fue toda para ella.
Los quioscos por toda la ciudad fueron desapareciendo, primero sus dueños y después se retiraron los propios puestos. Pero Marité resistió. Destaca que la competencia que más «daño» le hace son los supermercados. Por eso, cuando cayeron las ventas tuvo que trabajar de noche cuidando personas mayores para tener un complemento. Se jubiló pero decidió seguir trabajando, aunque menos horas.
Ahora abre tan solo por las tardes y sigue cerrando los sábados, con la excepción del fútbol. «Mientras me dé la cabeza quiero estar aquí», defiende. Aunque al principio no le gustaba, el quiosco le ha dado una relación única con el barrio. «Hay mucha gente que viene sobre todo para pararse a hablar». En verano, saca un par de sillas fuera y algunas vecinas se unen para charlar mientras sus nietos juegan. La ourensana confiesa que es lo mejor de su trabajo: «Me encanta hablar con la gente y la atención al público».
Futbolera desde pequeña y seguidora del CD Ourense
Quizás por haber nacido en el barrio del estadio de la ciudad, Marité asume que desde pequeña ha estado vinculada al fútbol. «Me gustó desde siempre», asegura. Recuerda cuando de joven, cuando tenía unos 15 años, iba con sus amigas a las puertas del campo para ver cómo salían los jugadores: «¡Eso lo hacíamos todas!». Era una fiel espectadora del Club Deportivo Ourense, pero eso sí, nunca se animó a jugar. De aquellas le tocaba divertirse con la comba, el truco o el pilla-pilla.
Siguió la trayectoria del CD Ourense como forofa y también por ser la pareja de Manuel Canal, Pichi, el masajista del equipo. Viajó por varios puntos de España para ver al equipo ourensano. En los encuentros locales, el trabajo estaba antes. Desde que tuvo el quiosco tenía que estar fuera vendiendo: «Me emocionaba escuchando cuando gritaban los goles». Todavía le gusta tirarse la tarde viendo partidos en la televisión o también haciendo manualidades como ganchillo. En el quiosco también tiene tele y se lleva sus labores.
DNI
Quién es. Nació en 1954 en Ourense, trabajó como dependienta y desde hace más de 40 años regenta uno de los quioscos de la ciudad.
Su rincón. María Teresa casi se pasó más horas en el quiosco que en su casa, así que su rincón en la ciudad es su pequeña tienda, situada frente al estadio de O Couto. Tiene presente a los suyos, con fotos de sus hijos y nietos, y también figuras de la Virgen de Fátima, para sentir que es su hogar.