Un testigo del tiroteo en una gasolinera ourensana: «Oí un ruido como de petardos y a una mujer chillando: "Que nos matan, que nos matan"»
OURENSE CIUDAD

Piden 33 años de cárcel para el acusado de disparar contra su yerno y los padres de este
11 mar 2024 . Actualizado a las 18:49 h.La Audiencia Provincial de Ourense celebró este lunes la primera de las tres sesiones fijadas inicialmente para intentar aclarar el incidente ocurrido en la tarde del 8 de marzo del 2022 en la estación de servicio ubicada en la N-525 a su paso por Tamallancos, en el municipio de Vilamarín, y que concluyó con cuatro heridos por arma de fuego. Dos personas se sientan en el banquillo a consecuencia de aquello: Esteban Montoya, acusado de tres delitos de homicidio en grado de tentativa y otro de lesiones, además de tenencia ilícita de armas; y Yolanda Giménez (su mujer) a la que se considera cooperadora necesaria en dos cargos de homicidio y uno de lesiones. Ninguno de ellos quiso contestar a las preguntas ni de la Fiscalía ni de las acusaciones particulares, limitándose a declarar, a requerimiento de su abogado defensor, que se ratificaban en lo dicho en la fase de instrucción.
Sí testificaron —por videoconferencia— Antonio Gabarre, Lucía Montoya y el hijo de ambos, José. Según contaron, habían sido citados en la gasolinera para llevarse de nuevo a la hija Esteban y Yolanda a la casa de As Pontes de García Rodríguez donde había vivido hasta hacía unas semanas con José. La chica era, en aquel momento, menor de edad. Los tres coincidieron en explicar que la primera llamada la hizo Yolanda a Antonio y que luego fue la propia chica la que llamó a José para asegurarse de que iba a buscarla. Es algo que difiere de lo que contó la joven, que también acudió al juicio en calidad de testigo y que apuntó, entre lágrimas, que fueron ellos los que llamaron y citaron a su familia para hablar. Aseguró que desconocía que su padre llevaba una escopeta.
Antonio, Lucía y José llegaron primero a la estación de servicio y entraron a tomar algo mientras esperaban. Luego el joven recibió una llamada de su cuñado pidiéndole que salieran y, una vez fuera, vieron llegar la furgoneta de la otra familia. La aparcaron en la parte trasera de la gasolinera. Según narraron, Yolanda fue la primera en aparecer y les hizo gestos para que se fuesen hacia donde ella estaba, y al acercarse, fue cuando vieron a Esteban, que sacaba una escopeta que llevaba oculta en un costado y comenzaba a disparar sobre ellos sin mediar palabra. José y su madre fueron los primeros en entrar de nuevo en el restaurante. Se refugiaron en la cocina, ya heridos. Después logró llegar hasta el mismo lugar Antonio, al que también había alcanzado algún disparo, huyendo de Esteban, que entró tras él al negocio hostelero.
Para entonces los tiros y los gritos ya habían alertado a la clientela. «Estábamos comiendo y oí un ruido como de petardos y casi al momento a una señora chillando: "Que nos matan, que nos matan". Tardé unos segundos en reaccionar, pero al ver que venía uno con una escopeta cogí a mi padre por el brazo, vi una puerta y me escondí allí hasta que oí a un camarero que decía que había heridos en la cocina», narraba una de las personas que estaba en el local.
Menos suerte tuvo otro cliente. Él, además de testigo de los hechos, fue el cuarto herido ese día. Estaba, según contó, jugando la partida de dominó que a diario comparte con otros tres amigos cuando escucharon un disparo fuera y el compañero que tenía enfrente lo alertó de que se acercaba alguien con una escopeta. «Él estaba de cara a la cristalera, yo de espaldas. Nos pusimos todos de pie porque el primer impulso fue escapar. Fui el que salí más tarde porque por la parte izquierda tenía una pared y por el otro lado había más mesas», contó. Siguió a sus compañeros hacia la tienda lateral anexa a la cafetería y desde donde se puede salir al exterior, pero antes de alcanzar ese objetivo sintió el impacto de un tiro. «No lo vi disparar, yo iba corriendo, estaba de espaldas cuando me alcanzó el impacto. Me quedé un rato parado y luego salí y me senté fuera en una mesa», contó. Según consta en el escrito de la Fiscalía la herida le produjo un traumatismo torácico, fractura de arco costal posterior derecho, hemotórax derecho moderado y contusión pulmonar. A este testigo se dirigió el acusado cuando abandonaba el estrado. «Le pido perdón, le pido perdón», le dijo Esteban, antes de recibir una advertencia del magistrado.
Durante la sesión también testificaron empleados del establecimiento, entre ellos las dos trabajadoras que estaban en la cocina en la que se ocultaron la mujer y su hijo, y dos camareros. Uno de ellos fue el único con el que el acusado cruzó alguna frase. El empleado estaba detrás de la barra del local cuando llegó Esteban y disparó dentro del establecimiento. «Él iba a entrar en la cocina. Yo me paré en la puerta, al final de la barra, y le dije que ellos ya se habían ido de la cocina, que se fueron por los lados y entonces algo me dijo sobre la hija, que se la tenían secuestrada o algo así», contó durante la sesión.
Poco más se pudo aclarar en la primera sesión de este juicio en el que la acusación pública pide 33 años de cárcel para el principal acusado y otros 22 para su mujer. La hija de ambos, que no está imputada, apuntó, a preguntas de su abogado, que su progenitor había bebido mucho aquel día y que era cazador, aunque según se hace constar en las diligencias no tenía licencia ni guía de pertenencia del arma con la que disparó, una escopeta semiautomática, marca Benelli, del calibre 12/70, con número de identificación eliminado.