Carmen Penín, jefa de Anatomía Patológica del CHUO: «La medicina es un engranaje»
OURENSE CIUDAD
De Asturias, vino por tres meses y ya lleva 31 años en Ourense: «Siempre he tenido la cosa de volver, pero será cuando me jubile»
01 ago 2023 . Actualizado a las 11:47 h.No quería ser médica. Carmen Penín soñaba con estudiar Arquitectura, pero entonces no había distrito universitario único, así que para irse a Madrid, como ella quería, tenía que empadronarse allí. Veía por delante un año en blanco así que, como todas sus amigas —salvo una, que hizo Enfermería— se iban a Medicina, decidió unirse a ellas. La carrera le gustó y se quedó. «Al acabar, la única opción era el mir. Entonces no había trabajo con la cantidad de médicos que éramos», cuenta. Aprobó a la primera. Quería hacer la especialidad en Cirugía Plástica, pero cuando le tocó elegir ya no quedaban plazas. Acabó en Anatomía Patológica, de la que reconoce que nada sabía, por descarte. «No me atreví a renunciar porque aprobar fue la chiripa del siglo, éramos 22.000 para 1.900 plazas», señala. Además, haría la residencia en su Asturias natal, que era lo que quería. Se especializó en citología y punción, trabajo que desempeña en el Complejo Hospitalario de Ourense, donde además es jefa de servicio desde el 2006.
—Jefa de un servicio hospitalario, ¿qué tal de personal en verano?
—Somos pocos en verano y en invierno. Éramos diez y estamos siete. Hay varias plazas sin cubrir porque no encontramos patólogos, y menos que quieran dedicarse a citología y punción. Los que vienen prefieren hacer biopsias o patología quirúrgica. Lo bueno es que todo el servicio está muy comprometido y, a pesar del déficit de personal, mantenemos las demoras pactadas. En Ourense tenemos un servicio bueno, moderno, con instalaciones nuevas. Y siempre estamos intentando innovar.
—Es especialista en punción dirigida en ecografía.
—Soy la única que la hace en Galicia, hice un curso en el colegio americano y ahora estoy intentando enseñar a alguien joven. Quería empezar yo y que se fuera renovando la plantilla, pero no ha sido así. No conseguimos que nadie venga para Ourense.
—Son unos de los grandes desconocidos en el mundo de la medicina. ¿Cuántas veces ha tenido que explicar lo que hace?
—(Ríe). ¡Hasta mi madre me pregunta qué es lo que hago exactamente! Es una especialidad desconocida, pero muy importante. Todas lo somos, unas necesitan de las otras. La medicina es un engranaje, nadie puede trabajar de forma individualizada. El 80 % de las operaciones y de los tratamientos que se hacen surgen de un diagnóstico de Anatomía Patológica. Y con la medicina de precisión a nivel oncológico es un servicio fundamental. En el pulmón no vale con decir adenocarcinoma, que es como no decir nada. Hay que hacer un estudio biomolecular y a partir de ahí, según los biomarcadores, se decide el tratamiento.
—Aprobó el mir a la primera, pero repitió.
—Me presenté siendo residente de segundo y tercer año, y aprobé los dos. Pero nunca me dio para hacer Cirugía Plástica. Dudé si coger Ginecología, pero según avanzaba en Anatomía Patológica me iba gustando más y me quedé. Soy una entusiasta de la citología y la punción.
—Acabada la residencia, se vino a Ourense. Pero tenía oferta también de Baleares.
—Lo del avión me tiraba para atrás. Y eso que llegaba de Avilés a Palma en hora y media y en cambio a Ourense tardaba ocho (ríe). Me vine con la idea de marcharme, pensando que iban a contratarme en el hospital de Cabueñes. Venía por tres meses y llevo 31 años.
—Pero en ese tiempo tendría posibilidad de irse.
—Hice mi vida aquí, tuve a mis hijos... Me ofrecieron dos veces la jefatura en Oviedo, pero ya tenía mi vida hecha aquí, se había pasado el momento. Siempre he tenido la cosa de volver, pero será cuando me jubile. Ha vuelto mi hija, que está haciendo la residencia de Cirugía Pediátrica en Asturias.
—¿Cúando decidió que estaba bien en Ourense?
—El primer año estuve fatal. Llegué en agosto, hacía muchísimo calor. Uno de los primeros días, al salir de trabajar se me ocurrió salir a caminar y era insoportable (ríe). Yo venía acostumbrada al clima de Asturias y me costó. Aquí no llovía nunca. Echo de menos la lluvia.
—Defínase como profesional.
—Intento ayudar y ser cariñosa y respetuosa con los pacientes. Para ser buen médico necesitas ser humano. Ser buen técnico es obligatorio, pero el componente humano es fundamental.
—Cuando no está en el hospital, ¿qué le gusta hacer?
—Últimamente, descansar. Me gusta leer e ir al cine, también salir con mis amigos. Soy muy «charrana», como decimos en Asturias y significa habladora. El deporte me gusta a ratos. Me apunto al gimnasio, voy una temporada, después lo dejo...
—¿Qué está leyendo?
—Estoy releyendo Cumbres Borrascosas. Vi una película malísima que hablaba de él y lo cogí. Hay libros que leo cada cierto tiempo. Mi preferido es Cien años de soledad.
—Su canción...
—Last Christmas, que me trae recuerdos muy felices. Todos los años por Navidad la pongo de tono del teléfono y la tengo hasta marzo o abril.
—¿Un sitio en el que sea feliz?
—Donde estén mis hijos, me da igual el lugar. Mi familia es mi referencia, siempre lo ha sido.