
Los invitados a la boda de Iago Lorenzo y Verónica Pousada acudieron en vehículos antiguos
09 jul 2023 . Actualizado a las 11:21 h.Este sábado no solo se casó la marquesa de Griñón, Tamara Falcó, con Íñigo Onieva. A unos 600 kilómetros de la mediática boda, entre los concellos de Riós y de Chaves, se dieron también el «sí quiero» los ourensanos Iago Lorenzo y Verónica Pousada. La suya fue una celebración peculiar, una de las más especiales que ha presenciado la iglesia de Santa María da Trepa y es que casi una veintena de los invitados, además de los propios novios, llegaron a la ceremonia en coches clásicos.
Antes de enamorarse de Vero, Iago ya tenía otro amor: la automoción. Este vecino de Ourense se dedica profesionalmente al motor y está metido de lleno, por trabajo y por afición, en el mundo de los vehículos clásicos. Después de más de tres años de relación, Vero, que es natural de Riós pero da clases en la Universidad de Vigo, acabó por encariñarse también con los coches antiguos.

Decidieron que el día de su enlace esta pasión cobrase protagonismo y le pidieron a sus invitados que acudiesen a la boda en alguno de estos vehículos. A las puertas de la iglesia y, más tarde, en el aparcamiento de la Quinta do Príncipe, en el municipio portugués de Chaves, lugar escogido para celebrar el banquete, se reunieron viejas glorias como un Mercedes W123 con más de cuarenta años de antigüedad. Hubo invitados que llegaron en un W124, otros en un Talbot 150 GT2 y otros en un Volkswagen Escarabajo 1300. Coincidieron varios modelos de Alfa, una de las marcas favoritas del novio, como el 75 y el 33, míticos de los años ochenta. También hubo quien llevó un Alfetta. Todos estaban relucientes y bien engalanados para la ocasión, tanto los turismos, como sus dueños.
No fue menos importante la llegada de los novios. Ella hizo su aparición en un Dodge rojo verónica, haciendo honor a su nombre, y él llegó en un Chrysler 180. Ambos coches llevaban el sello del ourensano Eduardo Barreiros, quien también estuvo presente en los puños del novio, cuyos gemelos tenían la forma del logo de la marca. Ahora la misión de Iago y Vero es hacer de su amor otro clásico, que envejezca bien, disfrutando el tiempo y sabiéndose siempre bueno.