«Imaginé que mi despedida sería emocionante, pero mi último día de clase estuve solo con un alumno»

OURENSE CIUDAD

El salón de actos del IES Blanco Amor ya lleva el nombre de José Luis Díaz Leyes, que ejerció la docencia en el centro durante más de cuatro décadas
27 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.José Luis Díaz Leyes dejó el IES Blanco Amor, en el barrio ourensano de A Ponte, en el 2020. Y lo hizo por imperativo legal. Había cumplido los 70 y tenía que abandonar una trayectoria docente de 48 años, la mayoría de los cuales (44) los pasó dando clases de matemáticas en este instituto de Ourense del que también fue director desde 1984 al 2012. Pero su marcha no fue lo que tantas veces había imaginado. «Yo soñaba con mi última clase como algo especial. Imaginé que mi despedida sería algo emocionante, pero la realidad fue bastante triste. Solo estábamos un alumno y yo y nos pusimos a hablar sobre el covid y lo que podía suponer aquello», narra. Recuerda con precisión ese día. «Fue el viernes anterior a cerrarse los centros educativos en marzo del 2020. Ese día se nos dijo que los profesores teníamos que estar porque permanecíamos abiertos, y a los alumnos se les dio la libertad de ir. Yo solo tuve a uno», recuerda. Luego llegaron las clases online, las evaluaciones a distancia y, tras el final de curso, su jubilación oficial. Así que cuando este lunes por la tarde José Luis Leyes volvió a cruzar el umbral del centro educativo, ahora sí, acompañado de innumerables muestras de cariño, sintió que por fin llegaba ese broche tan deseado y podía despedirse como imaginó de la que fue su casa durante más de cuatro décadas.
«Con todo esto de la pandemia no habíamos tenido tiempo de reunirnos, así que esto me hace muchísima ilusión; más que nada por reencontrarme con la gente, porque realmente éramos una familia», decía Díaz Leyes que explicaba que, de los noventa profesores que llegaron a ser en el claustro, casi sesenta llevaban más de veinte años juntos.
La comunidad educativa del Blanco Amor decidió ponerle su nombre al salón de actos del centro a modo de homenaje y allí estaban, además de personas con las que compartió la última etapa, otras de momentos anteriores de su trayectoria. Como Ángeles Castro, catedrática de Geografía e Historia que formó parte del primer claustro de este emblemático instituto, o Margarita Pérez, que se incorporó como administrativa el mismo año que él llegó a Ourense. Fueron dos de las que tomaron la palabra para destacar la bonhomía del homenajeado, pero también estuvo representada la voz de los alumnos —se encargó Alba Quintas, que formó parte de la última generación a la que dio clases de matemáticas en la ESO—, y la de los padres que, como Antonio Tizón, tuvieron ocasión de tratarle.
«Para mí esta placa nos simboliza a todos. No siento que sea solo para mí, sino que es un reconocimiento a toda una época», dijo el homenajeado. Aunque se jubiló hace tres años, José Luis Díaz Leyes no se ha desvinculado del todo del centro en el que desarrolló prácticamente toda su trayectoria profesional. De hecho acudió más de una vez a ofrecer alguna clase en el taller de talentos matemáticos que funciona en este instituto, según apuntó su director Carlos Ferreiro. Y es que Leyes es un enamorado de esta materia. De hecho mantiene un blog de resolución de problemas que entusiasma a los participantes en concursos como las Olimpiadas Matemáticas y está enlazado desde colectivos como la asociación de profesores de Toledo. «Lo hago para seguir un poco activo. Se me ocurrió porque todo ese material estaba muy disperso y tenías que andar por veinte páginas diferentes. Yo me dediqué en la pandemia a buscar todo lo que hay, sistematizarlo y clasificarlo para el que quiera aprovecharlo para organizar las clases lo tenga ya ahí ordenado», explica con modestia.
Aunque José Luis Díaz es natural de la provincia de Lugo (nació en Lourenzá), asegura que hace años que asumió que se quedaría para siempre en Ourense. «Al final nos enganchó. Es un lugar perfecto para vivir, en el que vas andando a cualquier partes si quieres y, además, queda cerca de todo», matiza. Recuerda que llegó a la ciudad de As Burgas a instancias de su mujer, una ferrolana a la que, como él, le gustaba el esquí. «Entonces éramos novios. Yo había aprobado las oposiciones de catedrático y le pregunté a dónde me iba, ya que no pude conseguir la plaza que quería en A Coruña porque me la quitó un catalán. Ella me dijo que en Ourense tendríamos más cerca la estación de montaña de Manzaneda, porque de aquellas nos pegábamos tremendas palizas para venir. Luego casi fue llegar nosotros y empezar a faltar los días de nieve. Cada vez había menos. Debimos de ir tres o cuatro temporadas», cuenta entre risas.