La artista gallega que pinta coloridos cuadros que pueden vestirse

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Carina en su estudio, con varios de sus cuadros y un kimono pintado por ella.
Carina en su estudio, con varios de sus cuadros y un kimono pintado por ella. LOLITA VÁZQUEZ

Carina inaugura el viernes la exposición «Mi mundo es el color» en el Liceo de Ourense

13 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva toda una vida pintando. «Empecé a los 15 y tengo 50», señala Carina Rodríguez. En este tiempo ha dado forma a más de 200 cuadros, de los que conserva la gran mayoría porque no es demasiado proclive a vender ni tampoco a exponer. Las veces que ha mostrado su trabajo en público se pueden contar con los dedos de una mano. Sí tiene una ventana abierta al mundo en Instagram y ahora ultima los preparativos de su primera gran exposición. Mi mundo es el color es una retrospectiva de su obra, una selección de unos 25 cuadros marcados por el color que se inaugura el viernes (20.00 horas) en el Liceo de Ourense.

Carina es de formación autodidacta. Siempre pintó lo que le salía de dentro, aunque ya de adulta fue a clases durante un tiempo con Manuel Romero, que había sido director de galerías en Londres. Con él aprendió a hacer fondos, a darle otra dimensión a lo que pintaba. Y se reafirmó en su estilo. «Fue quien más me animó a seguir, me dijo: ‘Lo que tú haces no lo hace nadie; olvídate del realismo y saca lo que tienes dentro'», recuerda Carina. Aunque sin duda su mayor apoyo es su marido, David. Es su máximo valedor. «Si hablo de una pintura o un material, al día siguiente me aparece con ellos», destaca.

La suya es una pintura intuitiva e improvisada, según su propia definición. «Empiezo con una idea en la cabeza y, con el lienzo en blanco, inicio una conservación entre el cuadro y yo», relata. A veces hay una inspiración, como es el entroido tradicional de Viana do Bolo (los boteiros y los bombos se adivinan fácilmente en algunas de sus obras) o los colores y paisajes de Valdeorras en otoño, y otras es una idea con la que trata de plasmar «alegría, alboroto o inquietud». Huye del realismo aunque a veces se inspira en los clásicos, como el cuadro que basó en el Greco. «Me encanta. Es uno de los primeros que usó el color», explica.

Pinta varias obras al mismo tiempo, con las que da forma a una serie. Dice que ha probado a ir cuadro a cuadro, pero entonces no le salen dos que guarden relación. Le gusta cambiar de formato y de técnica. «Algunos llevan fotografías a modo de colaje, pintura diluida, acuarela, óleo, rotulador... Me gusta crear distintas texturas y fondos, que cuando ves la obra parece que está todo en el mismo nivel y que si te paras ves que unos están por encima y otros por debajo», explica. En algunos de sus cuadros hay también algunos puntos de bordado, o trozos de otros (porque a veces recorta sus obras) cosidos a máquina.

Le gusta tanto cambiar de formato que un día su arte saltó del lienzo a la tela. La idea surgió como una forma de dar a conocer su obra. «Así, si voy a una galería, nos les queda más remedio que ver mi obra, porque ya la llevo puesta», cuenta divertida. Cree que es una carta de presentación poco habitual. «Y permite llevar el arte puesto», añade. Comenzó dando color a pañoletas y después buscó telas de vestidos de novia o lino en las que pintó nuevos cuadros. Una costurera se encargó de darle forma a un precioso kimono. Después llegaron otras prendas, como una americana reversible o una falda. Desde hace un tiempo, es ella misma quien se sienta a coser. Junto a dos amigas acudió a clases de patronaje y costura para poder hacer sus propias creaciones. Otras de sus obras las pasa a formato digital y una empresa se encarga de transformarla en coloridas telas con las que hace algunas prendas.

Una selección de cuadros y de prendas podrán verse en Ourense. Reconoce sentir nervios y tener ganas. «Es un salto. Tengo la obra y ahora voy a probar a ver si gusta. Es un baño de realidad», avanza. Estará hasta el día 31.

Algunos de los cuadros de Carina.
Algunos de los cuadros de Carina. LOLITA VÁZQUEZ

«Ponerme ante el lienzo es una forma de vaciarme, me alegra la vida»

Carina tiene su estudio en el bajo de su casa. Eso le ayuda a poder buscar el momento de dedicarse a su pasión. «Voy pintando a ratos. Si por ejemplo llevaba a los niños a una actividad y tenía media hora, venía a pintar», señala. «Es una terapia, la terapia del color. Es una manera de vaciarme. Bajo, pinto un rato, y vuelvo nueva. A mí me alegra la vida», relata.

Es su momento, dice, para ella misma, para hacer lo que le apetece. Si se pone a soñar, pediría tiempo. «A veces me digo: ‘me gustaría tener una semana para pintar, a ver qué sale'», cuenta entre risas. Algún día. De momento se conforma con ir arañando minutos para bajar un ratito, su ratito, al estudio. Y una vez ahí, a decidir: «Me pelea este sitio con ese —dice señalando a las dos zonas diferenciadas en su estudio—, no sé si ponerme a pintar o a coser».

El estudio tiene una parte dedicada a la costura.
El estudio tiene una parte dedicada a la costura. LOLITA VÁZQUEZ

Quien es.

Trayectoria vital. Carina Rodríguez (A Rúa de Valdeorras, 1973) estudió arquitectura técnica en A Coruña. Para entonces ya llevaba años pintando, pero cuando le tocó escoger carrera, descartó Bellas Artes. «Porque, ¿quién vive del arte?», pregunta. En su profesión le fue muy bien, «trabajé y viajé mucho». Después, con la crisis del 2008, la construcción no vivía su mejor momento y en cambio la empresa familiar, Distribuciones Roca, estaba en el momento perfecto para expandirse, así que Carina decidió volver a Valdeorras y comenzó a trabajar mano a mano con su hermano. Juntos siguen al frente del negocio. Una vida laboral que compagina con su vida personal. Es madre de tres hijos adolescentes.