Una Sanglas 400T Lujo de la policía de Ourense

Por Alejandro Mínguez

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Diego González restauró una moto que había utilizado su padre como agente de la policía local de Ourense en los años setenta, y que encontró por casualidad dentro de un lote de unidades que habían pertenecido al Concello.

20 feb 2023 . Actualizado a las 17:06 h.

Sanglas fue un fabricante español de motos, con origen en Cataluña, que inició su actividad en 1942 y cesó en 1981. Eran motocicletas de cilindrada alta para la época, que trataron de competir con firmas de gran peso asentadas en el mercado, como BMW o DKW, y que fueron proveedores de entidades oficiales con un producto que tenía un marcado sello inglés y alemán.

El primer modelo montaba un motor de casi 350 centímetros cúbicos y con el segundo ya se situaron en los 421 y después en 500 cc. Eran motos con las que hacer kilómetros y a altas velocidades en algunos casos, y en otros eran vehículos perfectos para la montaña. También salieron de la fábrica un sidecar, en 1957, y otros modelos que se han convertido, con el paso de los años, en auténticas joyas de colección. Vivieron momentos de auge y también crisis a lo largo de sus cuarenta años de historia, siempre tratando de fabricar productos innovadores y de calidad que llamasen la atención. Tuvieron que adaptarse a lo que el mercado reclamaba y bajar las cilindradas para vender la producción en determinados momentos, pero siempre con una línea de diseño que identificaba a Sanglas.

Los modelos 500 S y 500 S2 fueron auténticos estandartes de la marca, pero la crisis de finales de los setenta provocó la venta de la empresa al Banco Español de Crédito. Al final, el fabricante japonés Yamaha se convirtió en el heredero de esta marca histórica del motociclismo español, inicialmente compartiendo los dos nombres, pero finalmente eliminando Sanglas y quedando únicamente como Yamaha.

Diego González Bóveda es policía local de Ourense y tiene en su garaje de la ciudad una Sanglas 400 T Lujo de 1972 oficial que había utilizado su padre, también agente de la ley en la ciudad. Era, como muchas de la marca, una moto de la Administración y de la que hoy disfruta, restaurada y sin los accesorios policiales, con su familia. Es una curiosa historia que su protagonista resume diciendo que «no busqué la moto, ella vino a mí».

La concesión de Sanglas en Ourense la tenía Luis Aragonés y este le había vendido al Concello de Ourense varios modelos, entre los que se encontraba esta con placas OR-2913-A. La moto, estrenada por los veteranos, llegó seminueva a manos de su padre, el guardia Ramón González Prieto, quien se había incorporado a la plantilla también en el año 1972. Después ascendió a cabo y dejó la sección motorizada y la moto fue pasando de mano en mano antes de acabar siendo subastada en el año 1992.

Ramón falleció en el 2005, estando todavía en activo, y Diego conoció la historia de la moto escuchando a su padre contar anécdotas de sus primeros años en el cuerpo. Destacaba de ella su robustez y su característico sonido del motor que «al pasar por la avenida de Buenos Aires ahuyentaba las dobles filas», y contaba también con orgullo cómo la llevaban a casa al acabar el servicio y quedaba allí guardada hasta que tenía que volver al trabajo.

La afición de Diego por los clásicos le viene de lejos, cuando siendo un adolescente comenzó a restaurar una Lambretta con matrícula OR-17385 del año 1967 aparcada en el domicilio familiar, y a partir de ahí fue recuperando varias motos antiguas, todas ellas con una premisa: tener matrícula de Ourense.

Un día, tomando café con su compañero Nieto en el bar Rochela, conoció a Ricardo y hablando de su afición por las motos este le acabó regalando una Ducati 250, también exoficial. En los trámites para transferirla a su nombre se topó con Manuel Mosquera, quien poseía un lote de motos de la policía local de Ourense, comprado en los años noventa. Ahí se reencontró con la unidad que había dormido en su garaje años atrás como vehículo oficial. Al principio no sabía si era o no la misma, pero los testimonios de los policías locales veteranos en activo y alguna fotografía, donde se veía parcialmente la matrícula, fueron determinantes para certificar que era la misma.

RESTAURACIÓN

Habían pasado muchos años, tenía otro color y aún vestigios oficiales, como la sirena o el extintor, pero necesitaba una restauración integral. No lo dudó, se hizo con el lote en el que estaba la Sanglas 400 e inició el trabajo de recuperación. Le costó la restauración de los guardabarros cromados, que tuvieron que ir a Portugal, y acertar con el color azul original tras utilizar un decapante que le diese pistas, algo que consiguió gracias a un chapista de la ciudad; pero al final el resultado fue satisfactorio y, casi cincuenta años después, la moto volvió al mismo garaje, en esta ocasión como versión de calle.

La moto está ahora físicamente en el bajo de la casa y en fotografía en el salón de la vivienda que era de los abuelos del actual propietario. «Mi madre reconoció el sonido de la moto, no dudó, me dijo que era la que había utilizado mi padre», explica. Podía haber restaurado la moto con los detalles de policía, pero eso le impediría salir a la calle con ella, por lo que descartó que fuese un modelo expositivo y decidió incorporarla a su colección para usarla de vez en cuando.

Diego González espera que su hijo Pablo se aficione a los clásicos y herede la moto que había utilizado su abuelo. De momento se pone las gafas de motorista originales que en su día sirvieron a Ramón González para patrullar las calles de Ourense sobre la Sanglas, que ahora conduce Diego.