Este argentino se tatuó la copa del Mundial Qatar 2022

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

OURENSE CIUDAD

Lucas posa con la camiseta de Argentina y su tatuaje de la copa del Mundial Qatar
Lucas posa con la camiseta de Argentina y su tatuaje de la copa del Mundial Qatar Miguel Villar

Lucas Sousa lleva más de veinte años en Ourense pero sigue siendo un forofo de la selección de su país y hasta llegó a conocer a Messi

18 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Lucas Sousa cita a Valdano y dice que para él el fútbol es de las cosas menos importantes de la vida, la más importante. Nació en Buenos Aires en 1991 y se vino a vivir a Ourense cuando estaba a punto de cumplir diez años. Aunque lleva más de la mitad de su vida en Galicia, no ha perdido ni un ápice del orgullo que siente por ser argentino. «Toda mi familia es de allá y me han inculcado el valor de nuestras raíces. Aunque, por supuesto, estoy muy agradecido a la tierra que nos acogió, trato incluso de no perder el acento», admite. De su padre heredó la pasión que siente por el fútbol. Lucas es del River Plate y un forofo de la selección argentina. Es uno de esos millones de aficionados que el pasado 18 de diciembre terminaron el partido contra Francia sin poder retener las lágrimas tras haber ganado la final del Mundial Qatar 2022. Y también es uno de los cientos de fanáticos que decidieron tatuarse el logro en su piel.

«Han pasado dos meses y parece que fue ayer. Todos los días me llegan notificaciones al teléfono de cómo lo vivimos y vuelvo a emocionarme otra vez», admite. Para este argentino afincado en Ourense la victoria supuso mucho más que un nuevo triunfo en el palmarés de la selección de su país. Él vivió el mundial desde el principio con todo el ritual y la superstición que merecen. «Digamos que es algo muy argentino el hecho de cumplir siempre los mismos parámetros si las cosas van bien. Así que me vi todas las eliminatorias con mis padres, en su casa y con la misma camiseta puesta», explica. Y eso que el domingo de la final le tocó trabajar. Es encargado en una empresa de paquetería en la que hacen turnos los fines de semana. «Organicé al grupo para que durante ese rato no necesitasen mucho de mí y me cubrieron. Fue increíble poder vivir cómo mi selección alcanzaba este tercer mundial, la primera que yo veía con mis propios ojos —las anteriores se alcanzaron en 1978 y 1986—», afirma Lucas. «Viví la final del mundial del 2014 en Brasil, en la que Argentina se enfrentó a Alemania. Perdimos y me costó mucho soportarlo», dice angustiado. Pero recupera rápido la sonrisa al recordar el reciente triunfo. No solo aplicó superstición, también hizo una apuesta. Si su equipo ganaba, se tatuaría la copa en el gemelo y también un naipe, un cinco de copas. «Hay un documental en Netflix, Sean eternos: Campeones de América, en el que se muestra cómo pasan algunos jugadores la noche anterior a la final del la Copa de América del 2020. Hacen un juego de cartas y Messi promete tatuarse la que le sale, el cinco de copas, así que yo prometí lo mismo si ganábamos», cuenta. Al día siguiente de salir vencedores, Lucas llamó a su tatuador, en el estudio ourensano NY Tattoo, en las Galerías Proyflem de la ciudad. «Creo que es muy importante cumplir siempre lo que uno promete y por eso quería hacerlo cuanto antes», afirma el argentino. ¿Y ahora qué siente? «Pues futbolísticamente tengo una tranquilidad increíble. Es como que ya logré lo máximo y todo lo que antes me causaba nervio, ahora no me hace nada. Creo que es algo temporal y que cuando haya un nuevo campeonato volveré a sufrir y a prometer tonterías y a reaccionar. Nunca en mi vida había llorado al mismo tiempo de desesperación y de alegría», confiesa.

Lucas no solo es aficionado del deporte rey, también lo practica. Actualmente juega en el Paderne. «Me gusta estar vinculado al fútbol porque es algo que llevo haciendo desde que tengo uso de razón. Mis padres me inculcaron el valor del equipo y me encanta. Cuando ya no me den las piernas, supongo que me gustaría poder entrenar o algo por el estilo», admite. Y tampoco duda en invertir su dinero y viajar para disfrutar de grandes enfrentamientos en directo. «Tengo tanta pasión que hace un año cuando trajeron La Finalísima al estadio de Wembley, entre Italia y Argentina, me escapé a verla con mi padre. Creo que son vivencias que quedan para siempre», confiesa. Lo mismo ocurrió en el 2018, cuando trasladaron a Madrid la final de la Copa Libertadores entre el Boca y el River. «Allá me fui con mi familia y vi en primera persona cómo ganaba mi equipo», recuerda emocionado.

Su amor por el fútbol se traduce en el fanatismo por Messi. «Le sigo desde antes de que debutase en el Barça porque el fútbol me gusta tanto que también estoy atento a la selección sub-20 de Argentina y él ya me pareció un chico distinto, especial. Luego tuve la oportunidad de conocerlo en el 2007 gracias a Adidas y como te imaginas ese fue uno de los días más felices de mi vida», confiesa.