Benjamín González Quintana: «Ha sido un honor y un orgullo pasar por todos los niveles de la Policía Local»

Maite Rodríguez Vázquez
maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Benjamín González Quintana, inspector jefe jubilado de la Policía Local de Ourense, ante la antigua sede del departamento municipal, en la plaza de San Martiño.
Benjamín González Quintana, inspector jefe jubilado de la Policía Local de Ourense, ante la antigua sede del departamento municipal, en la plaza de San Martiño. ALEJANDRO CAMBA

Trabajó 42 años en el departamento municipal de Ourense, desde guardia raso a jefe accidental durante los últimos meses, hasta su jubilación en diciembre

05 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Benjamín González ha dedicado toda una vida, 42 años, a la Policía Local de Ourense. Pasó mucho tiempo realizando unas funciones que, reconoce, le encantaban. Ahora, recientemente jubilado, tiene tiempo para dedicárselo a su familia, que lo acompañó siempre en los buenos y malos momentos, para disfrutar de sus dos nietos y de aficiones como leer, escribir e ir al gimnasio que antes, por sus obligaciones profesionales, tuvo que reducir.

En su última etapa en la Policía Local de Ourense, desde abril a diciembre, Benjamín González fue jefe accidental del departamento. «No fue algo que hubiese pensado, sino por la baja de la jefa. Ha sido un honor y un orgullo empezar desde abajo e ir pasando por todos los niveles, en cuanto a trabajo y a categoría profesional, poco a poco. Terminé llevando la jefatura de forma involuntaria, pero me siento orgulloso de esa pequeña etapa», declara sobre el tramo final de su carrera.

Como bien dice Benjamín, empezó desde abajo del todo, regulando la circulación en la calle. Se había presentado y aprobado las oposiciones en 1980. Por aquel entonces, explica, no había secciones y todos los policías hacían un poco de todo. En la ciudad apenas había semáforos y el papel de los guardias era fundamental para regular el tráfico. Se colocaban en puestos en Salesianos-Pabellón de Os Remedios, en el cruce de Concordia con Santo Domingo, en el de la avenida de Santiago con el Veintiuno y en la confluencia de calle Celso Emilio Ferreiro con Cardenal Quevedo, detalla. «Eran turnos de media hora regulando la circulación, que era en todos los sentidos, y media hora controlando las calles. Era complicado y bonito; al principio era algo estresante, por el miedo a fracasar o a provocar un accidente, pero luego ese tiempo pasaba enseguida», rememora Benjamín.

Otra faceta laboral que disfrutó enormemente fue cuando tuvo la oportunidad de ser motorista en el cuerpo municipal. «Hacía de todo, íbamos a accidentes de tráfico y se ponían denuncias también, pero se trataba de ayudar a la gente en todos los aspectos. La principal función de los policías es ayudar. La represión o la sanción son el 5 % del trabajo. Es algo necesario porque, si no, sería un caos», enfatiza. Asegura que esa vocación de colaborar con el ciudadano debe ser primaria en cualquier policía que comienza. Desmiente el rumor de que los agentes estén presionados desde las instancias superiores para presentar un número concreto de denuncias. «Si ayudas a un ciego a cruzar, a un niño perdido, a una mujer o un hombre indefensos o detienes a un agresor es una función más importante para nosotros», subraya.

Considera Benjamín González que los ciudadanos, en general, son comprensivos con la labor policial. «Desde que tenemos una llamada se llega en el tiempo mínimo imprescindible», dice, todavía en presente. La entrevista fue pocas semanas después de su jubilación y cuando ve pasar un coche patrulla al lado de la plaza de san Martiño y le saludan, sonríe: «Ahí van los míos».

La buena relación entre los vecinos y la Policía Local la notó desde que ingresó en el departamento. Cuenta una anécdota de aquellos inicios: «Siempre que pasábamos, una señora que limpiaba en el Teatro Principal nos tiraba una capa al suelo y teníamos que saltarla mientras decía ‘al excelentísimo Ayuntamiento, fuerza, valentía y enfrentamiento’». Era otra época. El servicio se hacía a pie, los guardias eran conocidos y había contacto personal con comerciantes y vecinos.

«Ahora el sistema de trabajo es distinto. Hay que acudir rápido a zonas amplias y una patrulla no puede alejarse del vehículo, aunque hay campañas que se realizan caminando», aclara. Menciona la protección a más de 40 mujeres maltratadas o la labor de la patrulla rural. La función policial, reitera, sigue siendo la misma en lo básico: defender y ayudar al ciudadano, cree Benjamín. Acepta que han cambiado los medios técnicos y las comunicaciones. Hubo momentos duros, de llegar a casa «con un nudo en el estómago» después de presenciar suicidios —aunque matiza que evitan muchos— o accidentes de tráfico tos, además de situaciones de riesgo personal.

 

SU RINCÓN

Quién es. Benjamín González nació en 1957 en Abeledo (Taboadela) y con tres años se trasladó a Ourense. Vivió en Madrid de los 11 a los 21.

Profesión. Policía local jubilado. Empezó en la escala básica y ascendió hasta inspector. 

Su rincón. La plaza de San Martiño, porque allí estaba la sede de la Policía Local y en ella trabajó 27 años.

«El juzgado nos felicitaba por lo bien que iban los atestados»

Mientras trabajaba como policía, Benjamín González continuó su formación académica. Estudió Derecho y el grado de Ciencias Jurídicas de las Administraciones Públicas, además de los cursos que, periódicamente, recibían en la Academia Galega de Seguridade. Esos estudios le permitieron ponerse al frente de la jefatura de denuncias, un puesto que desempeñó en el bajo del edificio que albergó la sede de la Policía Local en la plaza de San Martiño y en el que Benjamín trabajó durante 27 años. «Nos felicitaban desde el juzgado por lo bien que iban los atestados de la Policía Local», menciona. Era cabo y se presentó a las oposiciones de sargento, categoría similar al inspector actual. Pasó a coordinar a los entonces 140 policías que operaban en la calle. Como mando se sintió respetado y se presentó a una plaza de inspector principal, en la que se ocupaba de organizar servicios y actividades. «La planificación es una fase fundamental, pensar en el mínimo detalle para poder solventarlo durante la ejecución; también importa el control posterior, por si algo se puede mejorar o si ha salido mal que no se vuelva a repetir».