Seguro que recuerdan un mensaje, de los muchos que circularon poniéndole algo de humor a la pandemia de covid, en el que alguien se lamentaba de que después de estar toda la vida escuchando aquello de que hay que evitar ser negativo, ahora resultaba que lo malo era ser «positivo». Sobre gustos no hay nada escrito y a la que suscribe le arrancó una buena carcajada. Me pareció un juego de ideas ingenioso. Hace unos días me pasó algo similar con un conocido que me preguntó si ya había hecho alguna trastada para que se portaran bien los Reyes conmigo. Le dije, sorprendida, que se estaba liando; que si te portas mal, lo único que vas a conseguir de Melchor, Gaspar y Baltasar es que te dejen carbón. «Por eso mismo», me espetó. Como vio que me quedé con cara de póker porque no había pillado la sutileza —todos tenemos nuestras limitaciones—, se vio obligado ampliar explicaciones: «Y, si puedes, pídelo de antracita que tiene más poder calorífico y aún ahorrarás más», me dijo. Y entonces lo entendí. Así que esta noche, les recomiendo que se porten un poquito mal. Solo un poquito y sin hacer daño a nadie. Por ejemplo: dejen los zapatos sucios junto al árbol. Ya saben que eso es algo que a los Reyes Magos les parece una afrenta terrible (nunca supe muy bien por qué) y, con un poco de suerte, igual consiguen que al que le toque entrar en su casa se cabree. Así, en vez de dejarle el móvil o el ordenador nuevo —o la corbata, o los calcetines, o la bufanda— lo mismo le cae un buen saco de carbón. Pero del de verdad. No se lo podrá comer como el dulce de mentirijilla, pero... ¡imagine lo que se ahorrará de luz o de gas!