El «pelotilla», un jubilado de 65 años que está en plena forma

Por Alejandro Mínguez

OURENSE CIUDAD

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El Seat 600 empezó a fabricarse en 1957. José María Valverde Leis recuperó una unidad de 1969 que era de su abuelo médico y actualmente lo utiliza para circular por Ourense ciudad.

11 dic 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El Seat 600 alcanzó en el 2022 la edad clásica de jubilación de los trabajadores, los 65 años, y en plena forma. Fue el coche que revolucionó la industria automovilística española y la sociedad de una época, pese a sus escasas dimensiones físicas. Un coche diminuto y entrañable que recibió diversos nombres populares, el más extendido «pelotilla», por su forma física circular, pero también era conocido como «ombligo» o «seíta». Fue el automóvil en el que miles de personas aprendieron a conducir, el primer coche que muchos se pudieron permitir económicamente, vehículo oficial de miles de enlaces matrimoniales, protagonista de un sinfín de historias personales y del que se podrían escribir miles de curiosidades. En toda familia existe una anécdota que contar sobre este inmortal vehículo, ya que en casi todas el Seat 600 fue primer o segundo coche durante mucho tiempo. Tiene en su currículo numerosos libros, ser coprotagonista de películas, de canciones e incluso tiene monumentos en algunas localidades.

Un coche que pasó de padres a hijos y a nietos, y que 65 años después aún conservan muchos en excelentes condiciones. Se fabricó entre 1957 y 1973 bajo licencia Fiat con el diseño de Dante Giacosa. Salieron de las cadenas de montaje casi 800.000 unidades, que fueron a parar a la clase media española. Los nuevos propietarios tenían que desembolsar 65.000 pesetas en los primeros modelos y debían esperar muchos meses, en ocasiones, para hacerse con este utilitario que suscita cariño en los conductores de varias generaciones. No son pocos los clubes de amigos del Seat 600 repartidos por toda la geografía española.

Se comercializaron diversas versiones a lo largo de sus 16 años en producción, algunas con formato furgoneta o descapotable, incluso uno preparado para competición por Abarth. Los trabajadores de la zona franca de Barcelona, donde se producía, despidieron el Seat 600 en 1973 con una pancarta que decía «Naciste príncipe y mueres rey», colocada el día que cesó la fabricación del emblemático modelo. En las dos primeras versiones, Normal y D, las puertas abrían hacia atrás y fueron denominadas como «suicidas» o «mirabragas». En la tercera versión, la E, el fabricante cambió el sistema de apertura y ya era hacia adelante.

Un coche duro, en el que entraba toda la familia, pese a tener solo cuatro plazas legales, y pecaba de varias cosas, entre ellas el calentamiento del motor por dificultades en el sistema de refrigeración, lo que exigía tener que llevar una botella de agua a mano. Pesaba 600 kilos y tenía inicialmente un motor de 633 centímetros cúbicos, que después creció hasta los 767.

José María Valverde Leis conserva en Ourense la unidad que era de su abuelo. Se trata de un Seat 600 E fabricado en 1969 y matriculado un año más tarde. Recuerda que su abuelo, que era médico, «lo utilizaba para hacer las visitas a enfermos en distintas localidades», y también era el coche familiar en el que realizaban viajes más largos en período estival a distintos puntos de la geografía peninsular. Era un «enamorado de la marca» y José María relata que ya era la segunda unidad de Seat 600 que había tenido. En 1990 el coche acabó en manos del tío del actual propietario e hijo del primero, que vivía entonces en Vigo. En la ciudad olívica, el Seat 600 tuvo un nuevo uso de la mano de toda la familia, padre e hijos utilizaron el pelotilla hasta que acabó abandonado en una plaza de garaje.

Habían pasado nada menos que veinte años cuando José María Valverde Leis se enteró de que su familia de Vigo quería deshacerse del Seat 600 de su abuelo, al necesitar la plaza de garaje que ocupaba, y se interesó por él. A José María siempre le habían gustado los coches clásicos y no dejó pasar la oportunidad de recuperar la unidad. Se desplazó con una grúa a Vigo y remolcó el coche hasta Ourense. Comenzó una labor de recuperación del vehículo en diversos talleres de la ciudad hasta ponerlo en marcha «con piezas originales». Le cambió el color, pasó de ser blanco a granate, para que destacasen más los cromados y por ser el blanco uno de los colores más frecuentes en este modelo. En la actualidad, este verdadero clásico del mundo del motor es utilizado por su actual propietario para desplazarse por Ourense ciudad y para trayectos cortos por la provincia. José María Valverde se muestra muy satisfecho de la restauración y le gustaría que el coche siguiese muchos años en su familia, esperando que sus hijos lo hereden con cariño. Un modelo clásico restaurado, en edad de jubilación y dispuesto a seguir dando guerra ¡mucho tiempo!

Un modelo clásico restaurado, en edad de jubilación y dispuesto a seguir dando guerra