Cambiaron Venezuela por Galicia: «La semana que pasamos sin luz fue lo que acabó por derramar el vaso»

La Voz REDACCIÓN / OURENSE

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

Un matrimonio que reside en Ourense cuenta los motivos para dejar su país y cómo se adaptaron a su nueva vida

14 nov 2022 . Actualizado a las 19:16 h.

El campo de la feria de Ourense se convierte anualmente en sede de la mayor de las fiestas venezolanas de Galicia. Una cita que reúne en cada convocatoria a cerca de tres mil personas que se desplazan desde toda la comunidad para compartir una jornada de convivencia a base de música, comida tradicional de la tierra y, por encima de todo, confraternización de las personas que un día decidieron dejar su patria -por voluntad propia o de forma forzosa- para buscar un futuro lejos de los suyos. Entre arepas, ron y música la Fiesta de la Chinita es tradicionalmente el punto de encuentro antes de la celebración del ciclo festivo navideño.

El caso de Ourense es paradigmático, según reconocía en el campo de la feria Jéssica Álvarez. Miembro de la organización de la fiesta, recordaba que en la ciudad se cuenta con unos seis mil venezolanos. «Una cifra que para nada es real. Cuando hablamos de venezolanos nos referimos a personas cuya nacionalidad es la venezolana. Es decir, que no cuentan los que tienen doble nacionalidad ni los emigrantes retornados. Yo, que tengo nacionalidad española, no entró en ese cupo. En realidad, entre personas con nacionalidad solo de Venezuela, doble nacionalidad y retornados podríamos multiplicar esa cifra por tres, o más», señala.

En la sexta edición de la Fiesta de la Chinita se cruzaron miles de historias, como las de la familia formada por Luiyi Agudelo Pérez, Josueidy Rivas Ocando y su hija Sarah. Los padres tienen 31 años y la hija 9 y reunirlos es toda una odisea en plena celebración: la pequeña en los juegos infantiles, la madre en la pista de baile y el padre en la zona ocupada por las mesas para comer. 

Miguel Villar

El destino parecía predeterminado cuando decidieron emprender el camino de la emigración y el argumento de peso cae de la parte de la madre. «Tengo una hermana mayor que lleva ocho años viviendo en España y que está casada con un chico gallego. Por eso nos decidimos por venirnos acá», señala Josueidy Rivas Ocando. Ella fue la que abrió el camino y le siguió el resto de la familia: «Llevamos aquí tres años. Primero se vino ella y después yo con la niña. Llegamos, en nuestro caso, el 19 de octubre del 2019», precisa Luiyi Agudelo Pérez.

El panorama no era bueno y las circunstancias familiares acabaron por servir de espoleta para marchar del país. «Decidimos venir debido a la situación por la que atravesaba Venezuela. Hubo una semana sin luz, que nos afectó muchísimo. Después él fue despedido sin causa justificada en la empresa Petróleos de Venezuela (PDVSA) y eso nos destrozó. Llegó un momento en que todo se complicó y el dinero no nos alcanzaba. El hecho de que tuvieramos esa crisis, de esa semana sin luz, fue lo que acabó por derramar el vaso. Y decidimos marcharnos», señala Josueidy Rivas.

El matrimonio solo cuenta con palabras de agradecimiento para con las personas que se han encontrado en estos años en Ourense. Los comienzos no fueron fáciles, pero la solidaridad y apoyo hizo que salieran adelante. Lo resume con rapidez Luiyi Agudelo: «En principio fue complicado por el tema de los papeles. Al haber mucha demanda de emigrantes el tema va muy lento y nos costó conseguir la cita para agilizarlo. Sin embargo aquí en Galicia nos brindaron mucha ayuda, mientras que hemos estado en lo de arreglar los trámites para el permiso de trabajo nos dieron alimentos y todo lo que necesitábamos. Hasta que conseguimos arreglar los permisos y encontrar los dos un puesto de trabajo». Él lo hace en una empresa del sector de la construcción y ella cuenta con dos empleos a media jornada; por la manaña está en una gran superficie de alimentación y por la tarde en otra de bricolaje. 

Para Sarah Agudelo Rivas la estancia en Ourense está siendo de lo más gratificante. Va al colegio de la Milagrosa, donde cursa 4º de Primaria, y tiene muchos amigos. «¿La mejor fiesta del año? Los Reyes Magos, porque me traen muchos regalos», dice sin pestañear. 

El padre solo tiene palabras de elogio para su experiencia ourensana. Destaca que la gente se solidariza cuanto conocen su condición de emigrantes venezolanos, «quizás porque ellos también lo han sido o tienen familia en la emigración», y todo son facilidades. 

Luiyi Agudelo Pérez y Josueidy Rivas reconocen que la tierra tira y que Galicia es una estación de paso camino del regreso a Venezuela. Aunque con condiciones: no lo harán si la situación no mejora. Él lo tiene claro: «El tema de quedarnos aquí quisieramos que fuera temporal. Que nuestro país cambiara y poder regresar. Pero si nos tenemos que quedar aquí, encantados de la vida. Me parece preciosa Galicia, no hay un lugar que mire y no vea algo bonito». Josueidy Rivas asegura que más que esperanza tiene fe en que todo cambie. «Todavía tenemos nuestros padres allá. La niña está sola aquí, los abuelos viven en Venezuela. Uno quiere a su tierra, si no fuera por esta situación no nos hubiera tocado emigrar. Me gustaría regresar para que mi hija pueda disfrutar de los que están allá, sobre todo de sus abuelos y de sus primos, porque ya no se acuerda de ellos».

En la sexta edición de la Fiesta de la Chinita se contó con un amplio programa de actividades y durante más de nueve horas, de 12.00 a 21.00 horas, en el campo de la feria se pudo disfrutar de la comida típica venezolana -arepas, hallacas o las cachapas-, y conocer su cultura y sus tradiciones. La animación corrió a cargo de varios grupos de música y solistas y se cumplió con la tradición de elegir a la reina de la fiesta.

Entre los que se acercaron a disfrutar de la jornada en la que se dan cita las comunidades de venezolanos de toda Galicia se encontraban el alcalde y el teniente de alcalde de Ourense. Gonzalo Pérez Jácome y Armando Ojea comieron en la feria acompañados de otros miembros del grupo de gobierno y de su partido, Democracia Ourensana.