«El primer día lo viví normal. Una vez estás en el campo solo te centras en los jugadores, en dirigirlos, y te olvidas de todo lo de alrededor. Yo ya había sido primer entrenador en las Islas Maldivas y lo viví con naturalidad. Sin presión», añade.
No juegan como local
Su equipo tiene el inconveniente de no poder jugar como local. «El Surkhon Termiz es un club que está casi en la frontera con Afganistán y nosotros estamos viviendo y jugando en la capital, en Taskent, porque están reformando todas las instalaciones. Tanto la ciudad deportiva como el estadio. Para nosotros es un contratiempo, porque al estar de prestado a veces nos cambian de un día para otro el campo de entrenamiento», señala. Donde no hay queja, es en la calidad de vida: «Es buena. Se vive bien. Es como si estuviera en Madrid. La gente es muy maja y hay de todo».